El jardín de la libertad
Por Libertad García Cabriales
La verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes
Charles Dickens
Lo he repetido muchas veces: yo aprendí a querer a mi tierra de la mano de mis padres. Con ellos recorrí los caminos de este estado, descubriendo a cada paso la esencia del entrañable territorio que habitamos. Mi amor por Tamaulipas no sería el mismo sin las ceremonias cívicas, las muchas excursiones a la sierra y los ríos, los banquetes de mangos en Gómez Farías, las tardes en Ocampo admirando diminutas piezas arqueológicas, los viajes a la frontera con el típico desayuno de machacado en Jiménez y los inolvidables atardeceres en las playas del cálido sur.
Ahora estoy cierta que mis ojos de niña se quedaron cortos. Todo en Tamaulipas es grandeza. Desde los microfósiles de la Sierra Madre datados en millones de años, hasta la flor más pequeña de la reserva ecológica de El Cielo. Grandeza reflejada en las casi 5mil pinturas rupestres de la Sierra de San Carlos que nos hablan de la sensibilidad y el conocimiento de las tribus nativas que resistieron a la conquista y defendieron su territorio con valentía. Valor y resistencia a lo largo de nuestra historia común donde el espacio geográfico fue escudo y defensa, cobijo y desafío para nuestros antepasados quienes nunca se rindieron frente a las adversidades.
Uno aprende a querer su tierra conociéndola, sintiéndola, viviéndola y conviviéndola. Nada somos sin el espacio que habitamos y el espacio se significa con la presencia humana. Así pues, el espacio geográfico es donde nos relacionamos y construimos identidades, el espacio común donde nos encontramos. Encuentros que en cada persona tienen valores especiales. Piense usted las cosas vividas en esta tierra. Tal vez aquí nació o conoció a su pareja, tal vez aquí nacieron sus hijos y aquí emprendió un proyecto de vida. Seguramente aquí habitan muchos familiares y amigos con quienes comparte afinidades y quizá aquí estudió y aprendió todo eso que lo distingue de los demás.
En ese sentido, el espacio geográfico es un producto social, un sistema de relaciones, hechos y procesos que nos identifican. Porque habitar y construir un espacio común nos proporciona identidad, nos une como partes de un todo. Somos tamaulipecos gracias a las acciones de quienes forjaron este estado y eso nos distingue en la suave patria. Somos un estado libre y soberano dentro de un sistema federalista que nos integra como república. Así de sencillo y así de complicado, porque no hay nada más complejo que vivir en sociedad. La convivencia siempre es una prueba y en el vivir juntos pueden existir intereses contrapuestos, debates y disputas.
Tamaulipas está cumpliendo este año 200 años de ser un estado libre y soberano. Precisamente este 29 de enero en el año 1824, fue un día fundamental en la creación y las firmas para establecer al llamado entonces Estado Libre y Soberano de las Tamaulipas. No ha sido fácil construir el delicado entramado sociopolítico. Muchas guerras se padecieron, muchas heridas. La pérdida de más de la mitad del territorio tamaulipeco en el siglo XIX fue una de las peores experiencias: familias divididas, espacio fracturado, economía en crisis, pérdidas irreparables. Levantarse de las recurrentes guerras no fue tarea sencilla. Tampoco sobrevivir a las repetidas bancarrotas, las disputas políticas y los intereses de grupos. Basta asomarse a los textos históricos y constatar el enorme esfuerzo de nuestros ancestros para construir grandeza.
Una tarea de todos. No sólo de los poderosos. Porque hablar de historia no es hablar sólo de grandes personajes. Es hablar de colectivos, de muchas fuerzas en movimiento, de muchas personas sangre de nuestra sangre. Hablar de historia es hablar de los otros pero también de nosotros. Cada persona que se levanta a trabajar, cada madre alimentando a su hijo, cada joven estudiando, cada niño jugando; todo construye nuestra historia. Cada acción u omisión se refleja en un todo que es Tamaulipas. Lo mismo la participación que la apatía, la solidaridad que la indiferencia, los gestos del amor o la violencia. Nada de lo que aquí sucede nos es ajeno. Todo nos afecta, todo nos beneficia, todo nos enlaza.
Grandeza obliga. No podemos exigir nada si no ponemos algo. Tamaulipas necesita de nosotros. Piense usted en lo mucho que esta tierra le ha dado, en el orgullo sentido por ser de aquí, por crecer al amparo de la sierra, caminar sus caminos, bañarse en sus aguas, amar bajo sus cielos infinitos. Siempre lo hemos dicho: Tamaulipas es más grande que sus problemas. Es imprescindible defender nuestra tierra. Defenderla de quienes sin amarla, la agravian con hechos y palabras. Es necesario empezar desde nuestra casa, desde nuestro pequeño mundo. Renunciar a todas las formas de egoísmo y violencia y buscar sobre todas las cosas unirnos en lo fundamental. El poder más grande siempre es colectivo. Es tiempo para la generosidad, para la esperanza, para trabajar juntos y enseñar a nuestros niños el amor por Tamaulipas. Grandeza obliga.