Por Guadalupe Correa-Cabrera/Sin Embargo*
“Además, el concepto de la Virgen de Guadalupe incorpora el encuentro de dos culturas. Sí, hablamos de dos culturas muy diferentes y que entrarán en un choque fuertísimo. Y en esa mezcla se puede comenzar a vislumbrar lo mexicano”.
Con motivo del estreno del documental “Tonantzin Guadalupe: Creación de Una Nación”, platiqué con su director y el guionista para poder brindar un poco de contexto y los detalles sobre un trabajo que considero extraordinario. La película fue producida por Santa Lucía Cine y Qubit Media, en colaboración con Zensky Cine y Telegrama Audiovisual. Se presentará, por primera vez, en el marco del Festival DocsMX los días miércoles 18 de octubre a las 20:00 horas en Cinemex Plaza Insurgentes y el sábado 21 de octubre a las 19:00 horas en el Parque México (al aire libre, entrada gratis). Más adelante, este documental tendrá su première en los Estados Unidos en el Red Nation International Film Festival.
El objetivo de esta interesante película, narrada por Mabel Cadena es, según su página oficial (https://tonantzinguadalupe.mx/#SINOPSIS) “hablar de los verdaderos orígenes de la Virgen de Guadalupe”, lo cual, en “el México actual, sigue siendo tabú”. Nos referimos concretamente a una “puesta en escena de documentos históricos poco conocidos hasta hoy” que cuenta “con la participación de actores españoles y nahuas [y que] pretende romper por primera vez este silencio de siglos”. Tonantzin Guadalupe constituye un “fascinante viaje por la cultura y espiritualidad mexicana buscando los orígenes de la Virgen …, ícono surgido tras el estremecedor choque entre Europa y los pueblos mesoamericanos”. Para sus creadores, y “con todas sus luces y sombras, esta virgen morena es el primer y más importante signo de identidad mexicana”.
El director del documental es Jesús Muñoz y el guion fue coescrito por él mismo y por Rafael Casañ. Jesús es mexicano y Rafael es español (de Valencia), lo que hace de este proyecto audiovisual y de investigación, un trabajo doblemente valioso pues neutraliza los sentimentalismos propios de cada cultura y diluye, en cierta forma, los prejuicios con relación a un tema que se considera controvertido, pero que es parte de la historia de las dos naciones. Nunca es fácil hablar del proceso de colonización de México y mucho menos desde el contraste de estas dos perspectivas.
En el presente texto reproduzco algunos puntos clave que me parecen fundamentales de quienes dieron vida—junto a muchos otros como parte de un equipo ejemplar—a esta gran película.
GCC (Guadalupe Correa-Cabrera): ¿Qué te inspiró a comenzar este trabajo?
JM (Jesús Muñoz): Hace mucho tempo leí un artículo del político yucateco Carlos Castillo Peraza que hablaba sobre la Virgen de Guadalupe de las Villuercas en Extremadura, en España. A mí me sorprendió, pues yo no sabía que existía “otra” Virgen de Guadalupe (¡en España!). Entonces, a raíz de ese artículo me interesó conocer a fondo la historia del origen de este importante culto para los mexicanos. Me interesaba el tema de la identidad, pero sobre todo cómo la identidad se forja a raíz de la historia misma, no sólo a través de mitos e imágenes. Se trababa de la Virgen de Guadalupe, que es el ícono más importante de nuestra cultura, de nuestro país—quizás en conjunto con la bandera nacional.
Para mí resultó muy importante y muy valioso ahondar en esta historia, que es en realidad la historia de México, pues obtener información de este tipo nos permite conocernos como mexicanos y así tomar mejores decisiones como ciudadanos, como líderes, como artistas, como periodistas y como investigadores. Y así decidí hacer la película. Fue un proceso arduo y de muchos descubrimientos. El primero de ellos fue darme cuenta que hay demasiada información sobre la Virgen de Guadalupe, pero la mayor parte de ella no es académica y no tiene ningún respaldo científico-histórico. Entonces se decidió desechar todo ese material y nos enfocamos únicamente en el material histórico y en investigaciones sustentadas y realizadas con el pertinente rigor.
También estábamos muy conscientes de que esto se tenía que hacer con mucho cuidado, con mucha sensibilidad. Sabemos que la mayoría de los mexicanos son devotos de la Virgen de Guadalupe. Y el resto, aunque quizás no sean creyentes, también son guadalupanos; es la esencia de ser mexicano. Entonces pensamos que la forma más respetuosa y más segura era solamente utilizar material de historiadores y, en la medida de lo posible, de historiadores reconocidos.
En este proceso de investigación documental pude darme cuenta de que la investigación de los orígenes del culto a la Virgen de Guadalupe es algo que se vino dando de forma más estructurada desde el siglo diecinueve y que se reprodujo en el siglo veinte. Sorprendentemente, muchos de los historiadores que se enfocaron en esta labor fueron perseguidos, acosados o exiliados; estudiar el tema resultó ser un tabú. Entonces expreso mis respetos a todos aquellos que, con todo el rigor posible, se han dado a la tarea de realizar este importante trabajo—sin el cual, este documental no hubiera sido posible.
GCC: ¿Y cómo le hicieron para enfocarse? Pregunto esto, pues estamos hablando de casi quinientos años de historia y un tema que habla de la creación de toda una nación tan compleja como México.
JM: Claro, con tanta información es posible hacer una serie documental en varios capítulos de una hora; nosotros queríamos hacer una película de noventa minutos. Entonces decidimos enfocarnos en el tema de la identidad mexicana examinada a través del culto a la Virgen de Guadalupe. En la medida en que fuimos recopilando la información pertinente para lograr este objetivo, sobresalieron dos cosas sobre el trabajo de los investigadores que vale la pena resaltar y que describo a continuación.
La primera de estas cosas es el consenso entre los historiadores sobre la publicación del Nican Mopohua, que es el documento escrito en náhuatl que relata la historia de las apariciones de la Virgen después de la Conquista de lo que hoy es México. El consenso consiste en que lo más probable es que ese documento sea una historia escrita para representarse como acto sacramental, es decir, como obra de teatro. Entonces, para el documental, decidimos poner en escena el Nican Mopohua; es decir, nos atrevimos a hacer una interpretación artística del mismo respetando el texto en náhuatl.
Lo curioso es que el Nican Mopohua no se escribió cuando supuestamente se dieron las apariciones en el siglo dieciséis; es decir, al parecer éste no fue parte del esfuerzo de evangelización española después de la Conquista. Todo indica que las apariciones ocurrieron alrededor de 1531, casi diez años después del fin del asedio a Tenochtitlán. Sin embargo, el Nican Mopohua fue publicado hasta 1649. Esto es sumamente interesante pues el primer relato sobre estos cruciales acontecimientos se registra 118 años después de que supuestamente ocurrieron. Aquí hay un consenso por parte de los historiadores. Es ciertamente relevante que se mantuvo silencio por tanto tiempo; en realidad, no existe testimonio alguno sobre las apariciones antes del documento de referencia.
Es difícil entender cómo se le aparece la Madre de Dios a un indígena en el Nuevo Mundo y que nadie haya dicho nada por más de un siglo. Más aún, el protagonista de estos sucesos no fue únicamente Juan Diego (un indígena), sino también el obispo a quien éste va a buscar para comunicarle el milagro, Fray Juan de Zumárraga. Se podría pensar que dicho personaje hubiera tenido el incentivo de comunicar el milagro dada su posición en la Iglesia—pero no lo hizo. En resumen, no hace mucho sentido que el relato de las apariciones haya aparecido hasta mediados del siglo diecisiete. Esto es algo que genera un conflicto fuerte entre los historiadores y los denominados “aparicionistas”.
GC: ¿Y entonces cómo interpretas eso? ¿Qué fue la segunda cosa que aprendiste del trabajo de los historiadores?
JM: Ah, claro. Por todo lo que describo, pareciera ser que el documento de las apariciones no se escribe porque hay una necesidad de evangelizar. Yo sinceramente no creo que éste sea el propósito. Ya para 1649 se había muerto el noventa por ciento de la población indígena y los que quedaban estaban ya evangelizados. Entonces, si te pones a pensar, ¿por qué la Iglesia decide empujar esto? ¿por qué decide publicarlo? Yo creo que porque es hasta entonces que a la Iglesia novohispana le empieza a importar el mostrar que la Nueva España también era una tierra de prodigios, una tierra en donde también sucedían cosas importantes y que no eran “segundones” en relación con los peninsulares. Entonces, pareciera que ellos empiezan a mostrar un sentimiento nacionalista.
Mi teoría en el documental es que el esfuerzo de la Iglesia por promover el Nican Mopohua surge de un germen nacionalista o patriótico. Aquí, parece ser que comenzó a surgir este sentir que se decanta eventualmente en lo que termina siendo el nacionalismo mexicano; tanto así, que la primera bandera de nuestro país es el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Yo firmemente creo que Tonatizin Guadalupe—tanto en lo que se refiere a la historia, como su imagen y su devoción, es lo primero mexicano que existe.
Además, el concepto de la Virgen de Guadalupe incorpora el encuentro de dos culturas. Sí, hablamos de dos culturas muy diferentes y que entrarán en un choque fuertísimo. Y en esa mezcla se puede comenzar a vislumbrar lo mexicano. La cultura resultante es compleja, rica, singular, reconocida mundialmente. Por lo tanto, es importante conocer a la Virgen de Guadalupe más allá de su importancia religiosa—que sí la tiene obviamente y no se debe despreciar. Se trata de México en general, de la identidad del mexicano, de la creación de una nación.
Por eso sentimos que el documental es tan importante, tanto para los creyentes como para los no creyentes. Y al estar conscientes de la historia del culto, podemos darle todavía más importancia y más cuidado al significado de la Virgen. Y no sólo si somos creyentes, sino porque somos mexicanos. El culto es parte nuestra identidad y de la historia de nuestra nación. El concepto de México es muy abrumador, muy complejo y está formado por la historia de muchos pueblos, de muchas comunidades: indígenas, europeos, la comunidad judía, pueblos del continente africano, en fin. Y la unidad de esta nación, en toda su complejidad, se representa por el culto a la Virgen de Guadalupe.
GCC: ¿Cuáles son los principales problemas que identificas en este concepto?
JM: Que desafortunadamente vivimos una situación en México en la que está prohibido entrar en ciertas etapas históricas. Hablo, por ejemplo, del culto a la Virgen o del período de la Guerra de Reforma con Benito Juárez. La historia en estos casos pareciera estar ya contada, y no está sujeta a interpretación, escrutinio o a mayor investigación histórica. Y esto es una verdadera tragedia, porque al final del día la historia determina quiénes somos, y siempre es importante indagar más sobre ella.
Somos parte de una herencia de dos culturas dominantes (por lo menos); eso es ser mexicano. No es posible exigir el perdón a una de estas culturas—como quiso hacerlo López Obrador. Si es así, tendríamos que pedirnos perdón a nosotros mismos. Lo que sí es importante hacer es tomar conciencia de nuestras raíces indígenas y reconocer a nuestros pueblos y sus tradiciones. Es también importante reconocer que la Independencia de México no fue para independizar al pueblo indígena, sino para independizarse de España. Fue una lucha entre élites que se logró gracias a la participación de los pueblos indígenas. Yo creo que por eso es valioso conocer nuestra historia y reconocer relevancia de la parte indígena de la misma.
GCC: Rafael, y tú como guionista español, ¿qué aprendiste? ¿qué quieres que se resalte? ¿por qué decidiste involucrarte en este proyecto?
RC (Rafael Casañ): La verdad me involucré porque Jesús resultó ser muy convincente (broma). Al principio me parecía un reto casi inabarcable y yo lo veía desde otro lugar; yo me sentía ajeno a gran parte de la historia que se intentaba contar. Y Jesús me convenció porque me dijo que por eso precisamente podía yo ser objetivo y hacer un aporte importante. Al final puedo decir que fue un gran aprendizaje y un ejercicio de escucha. En el proceso te das cuenta que vas hilvanando paralelismos que te suenan de tu propia cultura básicamente, como la historia de la Iglesia a la hora de evangelizar, la expansión del cristianismo, el uso de las narraciones, la palabra como elemento central, entre otros aspectos.
Hablo de la relación de España con el mundo árabe y con el mundo prehispánico. Al mismo tiempo, son experiencias distintas. La principal diferencia que yo vi es que realmente la llama de lo prehispánico sigue viva, existe, está ahí. En este caso hay ruinas, hay momentos, hay recuerdos, hay un aprendizaje. Pero es aquí que las prácticas siguen de alguna manera; han resistido. En la película esto se ejemplifica muy bien con la escena del pueblo mixe cuando habla realmente desde su práctica dual, es decir, desde su práctica que por una parte es claramente católica y, por otra parte, preserva sus creencias prehispánicas.
Una de las cosas que más me llamó la atención fueron dos afirmaciones que se producen fuera del documental y que me hicieron pensar mucho. Por un lado, me refiero a la afirmación de que “la conquista no terminó”, porque de alguna manera la resistencia indígena continúa, y mientras sea resistencia, eso sigue ahí. Este es al final un intento de conquistar algo que nunca será conquistado. Y la segunda afirmación es la que cuestiona justamente la idea del “sincretismo”.
GCC: ¿Qué piensas del sincretismo?
RC: El sincretismo se concibe, según esta otra visión, como una forma de blanquear esa lucha, la lucha de los pueblos indígenas. ¿Qué es blanquear? Es como una forma sencilla de empaquetar la colonización, o de decir que efectivamente todo ha sido evangelizado, cristalizado y que todo está ya tranquilito. Esto es el sincretismo; se produce una mezcla—quizás artificial—de esas formas singulares, incluso exóticas, para la mirada del que es foráneo, pero la lucha no continúa porque somos sincréticos. Es decir, se ha conseguido algo singular. La idea de lo contrario de repente me rompió un poco los esquemas, porque me llevó a pensar hasta qué punto el sincretismo es verdad o no. Y con sólo plantar esa duda en mi cabeza replanteaba toda mi idea sobre la realidad de “hoy” y las consecuencias de “aquello”.
Para mí esto ha sido quizás lo más relevante. Es decir, no hay que dar la historia por concluida, pese a que se pongan unas fechas muy determinadas en cuanto a los procesos de culturización, cristianización, etc. Y esa mirada no es propia, sino que viene justamente de la mirada indígena; es decir, ese rompimiento, esa especie de apertura no viene de cualquier lugar, viene de la resistencia. Por lo tanto, esa historia es útil porque nos devuelve una historia presente y nos hace cuestionar muchas cosas de lo que de lo que se puede estar haciendo quizás de una forma incorrecta. Y así se puede reconocer la lucha activa y las prácticas culturales de pueblos que continúan resistiendo en silencio.
GCC: ¿Y cuál es tu mensaje para los que quieren ver la película?
RC: Yo no hablaría tanto de un mensaje porque no me gusta dejar un camino cerrado a las interpretaciones. Yo lo que creo que la película hace con sumo rigor es invitarnos a atender a la historia, a escucharla, a estudiarla. Nos invita a analizar los hechos con la serenidad del tiempo, y con la inteligencia como para evitar realizar juicios a la ligera, en un tiempo donde los movimientos identitarios podrían desviar nuestra atención lejos del análisis histórico y del rigor científico. Creo que una mirada histórica-científica en ese sentido es más que necesaria, y es parte de la película. Si algo tuviera que destacar de la misma sería esto último.
En realidad, no se trata de aceptar o de cuestionar creencias, sino de ponderar el valor del trabajo de los historiadores sobre lo ocurrido. Es decir, debemos preguntarnos con seriedad ¿qué es lo que ha ocurrido? Y ¿por qué somos como somos? ¿por qué hicimos lo que hicimos? Si no hay ese estudio, no hay aprendizaje, y seguiremos creyendo que nos hicieron daño o que hicimos daño. Y no se trata de buscar culpables o de hacernos las víctimas. Se trata de solucionar, aprender y cambiar las cosas. La desigualdad que hay en México es efectivamente parte de esta colonia, pero no se trata de exigir que se pida perdón y ya.
JM: Sí, estoy de acuerdo. Es importante restablecer y fortalecer la autoestima del pueblo mexicano, pero esto no se consigue buscando culpables, asumiéndose como víctimas o rechazando la historia. Conocer la historia te ayuda a crear energía hacia el futuro y a construir con una esencia creativa y propositiva. Se trata de reconocer y estudiar los hechos, abrazarlos, aprender de las experiencias, reconocer nuestra responsabilidad en las mismas y poner la historia al alcance de nuestro pueblo.
GC: La historia del culto a la Virgen de Guadalupe no es la historia de vencedores o vencidos es la historia de la creación de una nación.
*Link original en Sin Embargo:
https://www.sinembargo.mx/16-10-2023/4421758