Por Hector Alejandro de Anda
LO OSCURO. El sindicalismo surgió en Europa en el siglo XVIII con la mira puesta en lograr acuerdos que beneficiaran a la colectividad laboral por encima de las pretensiones ‘esclavistas’ de los dueños del capital en aquella naciente industria y la producción masiva.
Mejorar las condiciones del ejercicio del trabajo dentro de las fábricas, el trato digno y el salario justo a la labor realizada.
En México el organizar a estas pléyades de personas se volvió un negocio al margen. Pues el obtener diálogo con patrones y acercar las mejoras obtenidas a las masas, fue tarea de una nueva clase de seres privilegiados. Su nombre persiste. Por poco tiempo ya, pero aún se escuchan… “Líderes charros”.
Desde las luchas mineras del siglo pasado y hasta los enconos magisteriales, eléctricos, telefonistas, petroleros, esta clase social permanece. A pesar de la dinámica global que vigila con mayor escrupulosidad la competitividad.
El mote (bien ganado) proviene del fuerte surgimiento en nuestro país junto con los movimientos revolucionarios que dieron ‘patria, tierra y libertad’ a la nación y espacios para llevar aguas a su molino a los dirigentes gremiales.
Los ‘lobitos’ de la CTM, los ‘napoleones’ de las minas, los ferrocarrileros (que también eran charros “de a montar”) y muchos otros exponentes de ese sector social que en su momento incluso pensaron en aparecer en las boletas electorales para contender por la máxima silla gubernativa de esta nación.
De tal tamaño era su control de masas. Y sus riquezas.
Pero el corporativismo mundial y la tendencia de la globalidad ha puesto sendos frenos a las ambiciones que mantenían ‘in perpetuum’ los líderes de los diferentes corporativos sindicales.
La llegada del tratado de comercio mundial en 1990 fue un parteaguas que comenzó a desmoronar los sueños y ambiciones de los aún adosados a la nómina sindical.
Recién fallece uno de sus máximos exponentes. Carlos Antonio Romero Deschamps. Llegado a las filas petroleras como ayudante y chofer de Joaquín Hernández Galicia ‘La Quina’, al cabo del tiempo (dos veces senador de la República y dos veces diputado federal) y por convenir a los intereses del mandatario en turno, se haría de las riendas del poderoso gremio sindical petrolero.
Se fue por la puerta trasera. Sin que el mundo supiera de su partida de este plano terrenal.
Lamentamos esa ausencia, al igual que la de cualquier otro ser humano.
Suspira hoy de nuevo el gremio ante una eventual evolución hacia el progreso, sin la soga de la clase de dirigentes asociados al quebranto del patrimonio de los mexicanos.
Aún quedan muchos deambulando. Ya sin hacer tal ruido, pues la guillotina del desarrollo mantiene opacado al antes poderoso brazo del sindicalismo.
Elba Esther Gordillo (líder a perpetuidad de los maestros, según se consagró a si misma); Hernández Juárez y los telefonistas; Víctor Fuentes y los electricistas son ejemplos de un espectro social en el ocaso de su poder.
Su futuro será igual que el del petrolero. Sin ‘urras’ ni manifestaciones de solidaridad a su jubilación.
COLOFÓN: Ojalá se pudiera sancionar igual al ‘sindicalismo político’… Muchos se niegan a retirarse y suponen que el debilitado poder de salinismos, cardenismos por sugerir ejemplos, son moneda de cambio para 2024. Se sumarán más nombres a los expuestos justo culminando el presente ciclo.
En el juicio de los justos, al que recién subió a obtener la paz eterna, que la suma de sus actos no le reprochen mucha devolución de lo que acumuló… esa sería otra eternidad para él. Así sea…
@deandaalejandro