por Fortino Cisneros Calzada
Como el arroyo cantarino de agua clara y fresca que corre por el breñal para llegar a la tierra y fecundar la simiente, así María Luisa Alcalde Luján ha venido a orear el acontecer político de México, siguiendo la escuela de ese político singular que es Andrés Manuel López Obrador, para sacudir el polvo, la mugre, la pestilencia que dejaron los rancios adoradores del becerro de oro que es hora que no ven cómo la historia los arrincona entre la basura, el olvido y la maledicencia.
Mujer de temple y de gracia, María Luisa es la síntesis perfecta, junto con Claudia Sheinbaum, de todo cuanto la Cuarta Transformación significa.
Así lo demostró cuando presentó el texto del Quinto Informe de Gobierno ante la Sesión Plenaria del Congreso de la Unión. Fue tan impactante, que los medios comprometidos dieron mayor vuelo a la intervención de los voceros de las fracciones parlamentarias, en especial, la intervención de Xóchitl Gálvez, lo que fue un craso error. Juntas son antípodas.
La secretaria de Gobernación es, además, la encarnación de la patria nueva, del México del siglo XXI, ese país que Andrés Manuel lleva en sus entrañas como evidencia de que un mundo mejor es posible a partir del humanismo mexicano, legado histórico de sus héroes.
Su elegancia natural, aunada a una inteligencia superior y un espíritu valiente, la sitúan como el adalid de las nuevas generaciones de mexicanos, tan lejos de los sátrapas del neoliberalismo.
Vale decir que todas sus credenciales no son de generación espontánea ni regalo divino, sino el resultado de un largo proceso que viene del México profundo, aquel donde no existía la propiedad privada ni el interés y dio al mundo culturas avanzadas y una lucha permanente en contra de la opresión y la injusticia con hombres y mujeres como Nezahualcóyotl, Cuauhtémoc, Hidalgo, la Corregidora, Morelos, Vicario, Victoria, Juárez, Madero, Villa, Zapata y Cárdenas.
Un México con sentido humano en el que la solidaridad y la fraternidad son más importantes que una talega de monedas de oro.
Luisa María dio cuenta de los más importantes logros de la Cuarta Transformación, que es un largo proceso que tendrán que continuar las nuevas generaciones de las cuales la funcionaria es una muestra tanto en materia como en alma y espíritu, y que con ella y otras muchas más mujeres y hombres jóvenes de pensamiento sano y acción pronta, está garantizada.
Nada que ver con los engendros emanados del salinismo, desde los Manlios hasta los García Luna, todos ellos delincuentes desalmados posesionados de la res pública.
La actual secretaria de Gobernación, puesto al que ha dado lustre, inició su carrera en el servicio público a los 31 años de edad, cuando el presidente López Obrador la propuso para ocupar la Secretaría del Trabajo y Previsión Social en 2018.
Su propuesta fue: Becas por 29 mil pesos anuales a los jóvenes excluidos de la educación media superior, acceso universal a la educación superior, apoyo económico a universitarios y capacitación dentro de empresas para egresados subsidiada por el gobierno, “porque los jóvenes son la generación olvidada”.
Frente al Congreso afirmó con serenidad que: “Ya muchas veces lo ha dicho el presidente López Obrador, estamos viviendo momentos estelares en la historia de México y ser servidora o servidor público en esta época, no solamente significa una enorme responsabilidad; sino también un privilegio cuando se está con las mejores causas del país”.
El privilegio de servir que jamás asimilaron los pillos que llegaron al gobierno para robar y proteger a los ladrones, de dentro y de fuera.
La Cuarta Transformación es la hoja de ruta por la que México habrá de recuperar su grandeza histórica llevados por el sueño de López Obrador que continúa la nueva generación de mexicanos con mente limpia e ideales sanos, de los cuales María Luisa es ejemplo vivo.
Soplan vientos de fronda en el Anáhuac y su fresco impulso arrastra las hojas secas y corrompidas.