Federico Anaya-Gallardo
La semana pasada señalé que los partidos tradicionales de la oposición de derechas habían mostrado su vieja hipocresía al obligar a tres de las personas aspirantes a realizar tres sucesivas declinaciones que hicieron innecesaria la última –y más interesante por democrática– etapa del mecanismo de designación propuesto por el Frente Amplio por México. Hoy te propongo, lectora, regresar año y medio para discernir mejor qué es lo que está ocurriendo con nuestras élites en esta coyuntura.
Una buena amiga, abogada defensora de derechos humanos para más señas, compartía en un chat colectivo que ella pensaba “que una candidatura de BP no iba a entusiasmar a naaaadie, salvo a los priístas. Así es que no es tanto una imposición, como una lectura inteligente de qué candidatura podía atraer más votos.” BP no es Baden-Powell sino Beatriz Paredes y esta mi amiga tiene toda la razón. Más allá de las prendas de Paredes, el problema es que su imagen no terminaba de entusiasmar a un electorado que masivamente ha rechazado al viejo PRI durante ya tres décadas.
Yo le decía a mi amiga que esa “lectura inteligente” de las opciones se pudo hacer desdenantes. Para eso se hacen, desde hace dos siglos, “encerronas” entre las grandes personalidades de los partidos políticos. Movimiento Ciudadano (MC) está haciendo precisamente eso, tanto para decidir inteligentemente si juega sólo en la presidencial de 2024 como para definir quién podría ser su candidato. Para eso también hay voceros de los partidos en los medios: ellos o ellas son las encargadas de (a) explicar a la ciudadanía qué está pensando la élite partidista y (b) sondear las reacciones –regresando con esto al Backroom (el Cuarto Privado) adonde se negocian las grandes decisiones, como son las candidaturas presidenciales.
Hace poco caí en un videoclip que contenía una entrevista con el historiador neo-conservador británico Andrew Roberts (n. 1963 y autor de polémicas biografías de Napoleón y Churchill, entre otros libros). El entrevistador (Dan Snow) le pregunta a Roberts: “—Si pudieras ser la mosca en la pared de un momento importante, ¿cuál sería?” El historiador responde: “La reunión adonde Churchill, Hallifax y otros dos, Neville Chamberlain y el coordinador parlamentario (chief whip), decidieron que sería Churchill y no Hallifax quien sería propuesto como Primer Ministro el 9 de mayo de 1940”. Ciertamente ese es un ejemplo sublime de la política de Backroom… pero lo traigo a cuento porque, en aquellos tiempos oscuros de la democracia inglesa (veamos la peli The Darkest Hour de 2017), la reunión de los cuatro potentados conservadores no era lo único que importaba. Luego del fracaso de sus negociaciones por la paz en 1939 y de varios desastres militares en el invierno 1939-1940, el primer ministro Chamberlain había sido rechazado en el Parlamento por la oposición laborista. Aparte, su bancada conservadora ya no lo defendía. El líder laborista, Clement Atlee, había aceptado formar un gobierno de unidad nacional, pero no apoyaría ni a Chamberlain ni a Hallifax, de quienes sospechaba que preferían rendirse ante los fascistas. (Esa es la clave de la película de 2017.) Detrás de Atlee estaba el electorado de izquierdas británico; que le había dado al laborismo 38% de la votación en la elección general de 1935, que los conservadores ganaron con 48% (es decir, con apenas 10 puntos de diferencia). También apoyaban a Atlee los sindicatos y la intelligentsia antifascista. Mi punto: los Backrooms importan (y son muy útiles) aunque nunca son el único factor en la política moderna, que siempre es de masas.
¿Quiénes están sentados en el Backroom conservador mexicano hoy en día? Podemos imaginar a los líderes del PAN (Marko Cortés) y del PRI (Alito Moreno). Todomundo asume que otra silla la ocupa Claudio X. González Jr –quien se ha comprometido públicamente con esta coalición de derechas. Quiero pensar que también tiene una silla en la mesa el líder del PRD (Jesús Zambrano) aunque acaso su asiento está pegado a la pared, junto a la mesita del café. ¿Hay líderes de la intelligentsia neoliberal allí? Es posible, pues llevamos años viendo a Krauze o a Aguilar Camín operando sincronizadamente con la coalición de derechas. Pero para tener estas cosas por ciertas, necesitaríamos ser la mosca en la pared de alguna de esas reuniones de potentados…
Sin embargo, para saber qué se ha decidido en ese Backroom, todas podemos revisar la prensa diaria y los programas de la comentocracia. Veamos, lectora, una edición –de hace un año– de Es la Hora de Opinar. El lunes 8 de agosto de 2022 la mesa de Zuckermann analizó quiénes serían los candidatos a la gubernatura del Edomex en 2023. Héctor Aguilar Camín afirmó que en el Edomex, “la mayor cantidad de votos que recibió la Alianza, en el 21, fueron votos del PRI”. Por lo mismo, dijo don Héctor, “la lógica política del asunto y por eso me parece una barbaridad lo que acaba de hacer el PAN al sacar un candidato [Enrique Vargas, exalcalde de Huixquilucan]… La lógica política del asunto es que el candidato de la Alianza debe de ser del partido que tiene más votos, que es el PRI. Y debe ser el candidato… la candidata, porque es una candidata la que quede, y no es Ana Lilia [Herrera, diputada], es Alejandra del Moral según todo lo que yo leo… Debe ser la candidata que quiere el gobernador, porque el gobernador es el que está al mando de la cosa. Y lo que haga el gobernador es decisivo para el resultado…” (13:50-14:54). Nota, lectora, cómo la posición de Aguilar Camín enlaza la lógica del Backroom con la lógica de la democracia electoral. En el Backroom pesa más el Señorgobernador porque así lo dicta “la lógica política” de quien “está al mando de la cosa”. Pero al mismo tiempo, importa cuántos votos efectivos logra cada uno de los partidos de la Alianza en las elecciones en las que todas nosotras participamos.
Aquí vemos muy clara la tensión entre dos fuerzas. Una vertical, impulsada por la Ley de Hierro de la Oligarquía (la lógica política de quienes mandan) frente a otra ligeramente horizontal, impulsada por los resultados electorales –que dependen de las preferencias (extrañas y bizarras) de millones de hombres y mujeres del común. (Dije que los resultados electorales son “ligeramente” horizontales porque en todo sistema político las élites pichicatean al electorado de masas una verdadera incidencia en los resultados finales. Pero algo han logrado los doscientos años de lucha por la democracia que llevamos en Occidente…)
El 17 de noviembre de 2022, tres meses después de las olímpicas opiniones de Aguilar Camín en el círculo rojo controlado por Televisa, El Economista reportó que las dirigencias mexiquenses del PAN, PRI y PRD instalarían una “mesa estratégica para definir entre Enrique Vargas del Villar [PAN], Alejandra del Moral [PRI] y Omar Ortega [PRD]”. El líder priísta aclaró que la diputada Ana Lilia Herrera “está disciplinada, está en el proyecto y en los próximos días se sumará al proyecto”, exactamente lo que había señalado el comentócrata de Nexos en agosto anterior. Los líderes mexiquenses ligaron su decisión al anuncio que acaban de hacer las coordinaciones parlamentarias de los tres partidos en San Lázaro, comprometiéndose a “no avalar la reforma electoral del gobierno y Morena”. Hasta aquí, parecía que el Backroom pesaba más que la fuerza democrático-electoral.
Dos meses más tarde, las dirigencias nacionales de los tres partidos de derechas anunciaron el resultado de sus negociaciones. La cabeza de la noticia, en El Economista del jueves 12 de enero de 2023, decía: “Coalición Va Por México: PRI nombrará candidatos en Edomex y Coahuila; PAN, a la Presidencia y Jefatura de Gobierno.” El dictum de Aguilar Camín había evolucionado. En Edomex y Coahuila la coalición de derechas dejó decidir a los priístas, pero los panistas obtuvieron a cambio el compromiso de que ellos definirían la candidatura común para la Ciudad de México y, lo más importante, para la elección presidencial.
Es interesante que en la misma ceremonia en que se hizo ese anuncio, el perredista Jesús Zambrano haya declarado “que actores sociales han solicitado que para la selección de la candidatura presidencial en 2024, los partidos realicen elecciones primarias, foros, así como levantamiento de encuestas. / Refirió que no se trata únicamente de elegir a una persona, sino de un proceso de selección que pueda ser determinado, incluso, por un comité de expertos que no militen en los partidos.” Sin embargo, el perredista “admitió que el método de selección” así aún no estaba claro, que apenas había “ideas incompletas”.
En resumen, a principios de este año, el Backroom de derechas estaba dominado por PRI y PAN que se repartieron las candidaturas. Las de 2023 para el tricolor y las de 2024 para el blanquiazul. Sólo el PRD –el socio muy menor de la coalición– hablaba de una primaria. Habría que analizar con más detalle cómo un proceso dominado por la élite de los dos partidos mayores (PRI y PAN) terminó aceptando la propuesta del socio menor (PRD) y de algunos sectores de la sociedad civil para abrir su proceso.
Luego de las declinaciones de De la Madrid, Creel y Paredes en agosto, el Frente retornó al arreglo cupular anunciado desde enero. Fue el PAN quien definió la candidatura presidencial. El Backroom se impuso. Ganó la sinceridad. Pero, como bien dijo mi amiga abogada, la imposición también era razonable. Ganó la prudencia. La candidatura Xóchitl Gálvez es más mercadeable que la candidatura Beatriz Paredes.
La palabra mercadeo es exacta. Mira, lectora, la entrevista que realizaron a Xóchitl los bufones de Televisa Eduardo Videgaray y José Ramón San Cristóbal. En los meses que siguen veremos qué tan efectiva resulta esta estrategia mediática.