El jardín de la libertad
Por Libertad García Cabriales:
Todos podemos ser víctimas. Internet es la selva. No hay control y no es un juego: es un delito.
Maribel Rangel
Las estadísticas son escalofriantes. Más del 80% de los adolescentes han accedido a contenido de pornografía en red, el 50% lo consume frecuentemente y la edad en la cual se inician en la práctica va desde los ocho a los diez años. Escandaloso pero cierto. Nuestros niños habitan un entorno hipersexualizado y están expuestos al porno en red sin restricciones, sin tener la mínima educación al respecto. Cuesta aceptarlo, pero la mayoría de las veces, antes que los padres hablen con los niños del tema, ellos ya tienen recorridas muchas horas de consumo de porno en red.
Nada fácil exponer estos temas, pues están llenos de tabúes y evasiones. Pero el problema existe y según los especialistas está causando diversos males en nuestra sociedad y no sólo en los adolescentes, pues hay adultos con graves afectaciones emocionales por adicción al prono. Esa es otra historia. Lo más grave es el daño comprobado en los niños, niñas y adolescentes. En lo emocional por supuesto, pero también físicamente, en su desarrollo neuronal y en los gravísimos riesgos que corren en su integridad por la amenaza constante de las bandas de delincuentes al acecho de los infantes.
Y lo peor de todo: todavía no se encuentra una forma efectiva de evitar que los niños, niñas y adolescentes entren a los sitios que además son un negocio súper millonario para muchos. En ese contexto, la industria del porno quiere más adictos y por desgracia se suman cada día, pues según los expertos, este consumo se presenta como una droga al provocar un comportamiento adictivo por la cantidad de dopamina desencadenada. Si de por sí, la sola adicción a las redes sociales parece incontrolable, añadida la del porno, se torna altamente peligrosa para la salud mental y social.
Los estudiosos no se han cansado de repetirlo, pero la mayoría de los padres parecen cerrar los ojos ante tal realidad o prefieren evadir el problema. Pregúntese usted: ¿cuántos de los adolescentes han perdido su calidad de sueño por estar en internet hasta altas horas de la madrugada? ¿Está usted enterado de lo que su hijo o hija consumen en red? ¿Está consciente del riesgo en su cerebro al desarrollar una adicción a la pornografía? Los especialistas en neurociencia nos explican cómo la adicción a la pornografía en niños y adolescentes puede cambiar el cerebro, tanto química como estructuralmente y esto se expresa a través de síntomas como ansiedad, estés, insomnio, dificultad para concentrarse, apatía, cambios bruscos de humor, pocas ganas de socializar e incluso depresiones severas.
Cerrar los ojos no puede ser opción ante tamañas amenazas a la salud de nuestros niños y adolescentes. No se puede permitir que el primer acercamiento a un tema importante en su biografía, sea a través del porno, pues eso puede marcar su conducta sexual de por vida. Algo que también ha demostrado ser altamente peligroso y nocivo. El muy reciente caso de los falsos desnudos de unas adolescentes en España ha puesto en el ojo del huracán otra vez el debate. Falsos desnudos circulando profusamente por la red y causando graves daños a la integridad de las niñas vulneradas. Creado por la llamada “inteligencia artificial, el montaje causó revuelo en una pequeña localidad de Badajoz: He visto una foto tuya desnuda, le dijeron a una jovencita en la escuela, ella corre pronto con su madre, presa del pánico. Más tarde se descubre que hay más de veinte afectadas, incluida una pequeña de 12 años. Y el daño tal vez sea para siempre.
Perdón, pero evadir, ocultar, mirar hacia otro lado mientras tus hijos están expuestos al peligro, es tan grave como permitirlo. Y los ataques por internet pueden incluir además de acosos, la creación de vídeos, textos, imágenes y audios falsos utilizados por pedófilos, pederastas, crimen organizado, tráfico humano. Material que además se reproduce millones de veces. Ayy. Vaya mundo que les ha tocado vivir a nuestros pequeños. Peligros latentes y lamentablemente muy poco atendidos por padres e instituciones. Urge atención al respecto, información, pláticas, ser sinceros con los niños y advertirles el enorme riesgo que corren.
Nadie está exento, dice una madre de una niña afectada. Y lo terrible es que existen páginas y aplicaciones ofreciendo desnudar a cualquiera en cuestión de segundos. La mismísima FBI lanzó alertas acerca del aumento de la ciber-delincuencia y sus acosos, extorsiones, incluso en el mundo político, del espectáculo y las finanzas. Y todo puede empezar aceptando un perfil falso, accediendo a una página, curioseando en un portal. Después nadie sabe. Así de vulnerables estamos. Y peor nuestros niños y jóvenes.
Ante la fragilidad, sólo queda la atención permanente a quienes todavía no pueden decidir por sí mismos: los menores de edad. Cuidar su integridad y salud mental es de vitalísima importancia. Los tiempos han cambiado, ahora no se necesita salir de casa para estar en peligro. Las horas en la pantalla, sobre todo de noche, implican un grave riesgo de ser atacados. Ojalá los padres abran los ojos. Nos va el futuro en ello.