Por Alejandro de Anda:
LO CLAROSCURO. Tenemos entre las características humanas, la tendencia a disfrutar de lo bueno. Es decir; una buena película amerita no culminar en una sola entrega. La norteamericana ‘The Godfather’ (el padrino) con Al Pacino y Marlon Brando inauguraba las trilogías y de ahí, a las hoy llamadas ‘series’.
Así es la particularidad de la vida. No debería acabar en una única entrega.
Desprendido de lo anterior hemos ‘escarbado’ un poco en la constancia de la presencia generacional de aquellos que hicieron la historia en el escenario del desarrollo de nuestro país. A modo de darle valía a la ‘saga’ que desprende de quienes aún recordamos. Para bien… y para mal.
Este año tiene el galardón de ser reconocido como “el año de Pancho Villa” por el gobierno federal. Conmemorando el aniversario luctuoso número 100 del único ‘extranjero’ que habría logrado transgredir las fronteras norteamericanas. ‘El bandido’, le dieron por mote al general de la División del Norte.
Su descendencia a pesar de lo enamorado del general y de haber adoptado a 300 niños, no tuvo mayor interés en continuar la pasión por ‘la cosa pública’ que aquél ‘Dorado’ realizó por amor a su país.
Hoy Martín Gustavo y Francisco Villa García (bisnietos) llevan a cabo la gira de exposición de la vida y obra de su ancestro con la presentación de un libro “50 frases villistas” con la finalidad de mantener viva la imagen del máximo referente de la revolución mexicana de 1910. La fundación de los jóvenes Villa tiene la mira puesta en impulsar la cultura y el deporte como medios de desarrollo y de combate a la latente inseguridad.
El presidente mexicano más querido en su tierra, postrevolucionario, es quizá Lázaro Cárdenas del Río (tata Lázaro). Comenzaría con su ciclo político la tradición populista del mandatario de ‘adoptar’ a la clase más desprotegida en virtud de hacer de la política, un escenario de protectorado al desvalido con miras de largo alcance en el manejo y control del mando.
Es también quizá, el único mandatario al que sobreviven en política su descendencia.
Lázaro Cárdenas Batel recién anunció su salida del gabinete del actual gobierno federal. No es que el ex gobernador de Michoacán hubiera hecho grandes cosas como su abuelo, pero mantiene la flama cardenista vigente.
El hijo de Miguel de la Madrid y la sobrina de Salinas de Gortari, “nadan de muertito”.
Maximiliano von Göttzen-Iturbide; nacido en Beszterce, Reino de Hungría en 1944, es un empresario y Príncipe Imperial de México. Su abuela María Josefa, hija del príncipe Salvador de Iturbide, a su vez nieto de Agustín I. También emparentados con Maximiliano de Habsburgo.
No. No reclama posesión ni estatus presencial en nuestro territorio, habida cuenta de la emancipación de México de los lazos monárquicos por la institución parlamentaria del artículo 12 constitucional que prohíbe título de nobleza alguno en territorio nacional y aquél decreto que pronunció la pena de muerte en contra del emperador si osaba poner un pie en la naciente república tras su autoexilio. Cumplida con su ejecución en Padilla.
Sin embargo, el príncipe heredero es considerado como tal ante las naciones que le dan cabida. Incluso el papa Ratzinger le recibiría con su investidura al tiempo de su mandato clerical.
Existen muchos ejemplos más. Descendientes de Moctezuma, ¡del cura Hidalgo! (se conocen dos hijas… que le llamaban ‘tío’, aunque el mundo le decía ‘padre’).
La constante estriba en que la continuación genética del amor a su apellido y legado, quizá quedó estancada en el pasado.
Posterior a los mencionados, la mejor secuela habla de muy pocas excepciones de ‘segundas partes’.
El jet-set que promovieran los Salinas Occelli, los Peña Nieto-Pretelini, Sahagún y sin dejar de mencionar a quienes aún ocupan los reflectores presentes dan por sentado que la trascendencia del apellido, no verá segundas ni mucho menos terceras partes.
El “Soldado de la Patria” Porfirio Díaz, tiene en su bisnieto Ignacio (irónico el nombre) Díaz Bossero, a su mejor promotor de reinstauración del legado Díaz. Donde la transformación y desarrollo llegaría a México –junto con la paridad cambiaria frente al dólar- y el acérrimo odio yanqui.
COLOFÓN: Que para algo sirva la rememoración de los hechos que nos anteceden. Y que la constante deje de dar la razón al libro ‘Padre rico, hijo flojo, nieto pobre’ de Fernando Vigorena.
Sí. Antes que el que esto escribe, hay un periodista de buena cepa y alta prosapia.
¿El resultado? Sí. Lo sentimos, es lo que hay…
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