Por Francisco Ramos Aguirre:
“Caminante no hay camino,/se hace camino al andar,/al andar se hace camino y al volver la vista atrás,/se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.” Escribió el poeta Antonio Machado sobre los andarines, mochileros y trotamundos de caminos, calles, atajos y veredas sin otro interés que recorrer los pueblos del mundo. La mayoría transitan por los senderos del anonimato. Son individuos solitarios soportando las inclemencias del tiempo, sin alimentos, discretos sin dejar huella. Otros viajeros, prefirieron hacer pública su presencia y protagonismo eventual de su paso por plazas y mercados a través de crónicas, memorias, diarios, periódicos y radiodifusoras.
Las jiras se realizaban a pie o golpe de calcetín, bicicleta, caballo, motocicleta y otros medios de transporte. Una de tantas travesías por la Carretera Nacional en construcción la realizaron Luis Ávila y su esposa Petra Chavira, quienes en mayo de 1930 llegaron a Ciudad Victoria después de recorrer varios estados de la República. A su paso, acudieron a la oficina de redacción del periódico El Jicote en la calle Morelos 11 y 12, donde visitaron a su director Francisco Arreola Rosales.
Al llegar a la Villa de Llera explicó el andarín, su esposa enfermó intempestivamente por lo cual no pudieron continuar la aventura, por tanto suplicó. “…que por medio de nuestro semanal, hiciéramos del conocimiento de nuestras autoridades y comercio que en virtud de tan imprevista circunstancia que se ha impuesto en su gira, agradecerá la ayuda que a bien tenga proporcionársele…”
En marzo de 1938 un grupo de alumnos de la Escuela Industrial Álvaro Obregón al que pertenecía el entonces adolescente Juan Francisco Lerma, hicieron un recorrido a pie desde Victoria a Tampico. Varios días bordearon las vías del Ferrocarril del Golfo, para asistir a la manifestación en apoyo a la expropiación petrolera, decretada por el presidente Lázaro Cárdenas.
A mediados de enero de 1953, llegó a la capital tamaulipeca el andarín colombiano Flaminio Ramírez en compañía de su familia. De acuerdo al estilo de otros trotamundos a su paso por Victoria acudió con su esposa y cinco hijos a las oficinas de redacción del periódico El Heraldo, donde fue atendido por un reportero de guardia. Bien vestido manifestó proceder de Canadá y regalón una fotografía en blanco y negro. Dijo al reportero que desde el 10 de julio de 1952 “…salió de Cali, Colombia en compañía de su esposa Alicia López de Ramírez y de sus hijos Carlos, Vicente, Nelson, Luciana y María Aidé a recorrer varias ciudades de América del Sur y del Norte.
Después de permanecer ausente de su país durante 17 años, decidió retornar a el con amplios conocimientos que ha adquirido en las diversas poblaciones y espera editar un libro sobre los diversos tópicos y costumbres de los países que actualmente ha recorrido.”
La Caballista Argentina
Otro caso singular que llamó la atención de los victorenses fue la caballista argentina de origen alemán Ana Becker, quien a su paso hacia Otawa, Canadá estuvo en Ciudad Victoria el 19 y 20 de agosto de 1953 donde fue recibida por el gobernador Horacio Terán Zozaya. La presencia de esta viajera, motivó que la Asociación de Charros, encabezada por el licenciado Tomás Guillén y Manuel Martínez Carrouché organizara un desfile por la calle Hidalgo, donde la fémina exhibió su belleza, un atuendo gaucho y el brioso caballo bayo.
La cabalgata de la amazona concluyó en el hotel y restaurante El Peñón, donde le ofrecieron una cena. Entre las personalidades con las que convivió durante su estancia en esta ciudad figuran José Cruz Contreras, Manuel Sámano, José Villarreal Tello, Pablo Beltrán Martínez y José Martínez y Martínez, Evaristo Villarreal, Baldomero Zurita, Cruz Medina que escucharon atentos la platica sobre sus peripecias y peligros mientras transitaba por la Mesa de Llera y el Cañón de Galeana, donde trataron de asaltarla. Lo mismo les contó acerca del origen peruano de los caballos con los que realizó el viaje.
Por esos días abandonó la capital tamaulipeca y se trasladó a Matamoros. Para su mala fortuna y no obstante tener su pasaporte en regla, las autoridades migratorias le negaron el acceso a los Estados Unidos. Por tal motivo, a principios de septiembre de ese mismo año regresó a la capital tamaulipeca donde informó a los reporteros de El Heraldo de Victoria, que viajaría a la Ciudad de México con el propósito de entrevistarse con el embajador argentino para facilitar los trámites de su ingreso a territorio norteamericano.
En abril de 1954, se registra en Victoria la presencia de dos jóvenes franceses Michel Gaillott y Michel Hoca, originarios de Lorena, invadida por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Los extranjeros se hospedaron en la residencia del profesor Pedro Sánez y Madame Simone Deudet, enfrente del Paseo Méndez. El viaje lo iniciaron en Francia al abordar un barco y su propósito era recorrer 36 mil millas de América Latina, bordeando territorio colindante con el Océano Pacífico América Latina.
El francés y su reloj Omega
El profesor Enrique Brito Palma, recogió una breve crónica en el periódico El Heraldo de Victoria a sugerencia del reportero Herculano Macías. “Salieron el 20 de febrero del presente año de Montreal, Canadá en un Jeep al cual llamaron Mariana Número Dos. Pasaron por Tucson, Arizona hasta San Diego, California donde se les acabó el Jeep y lo cambiaron por el carrito que ahora traen…Luego se dirigieron a la frontera mexicana y penetraron a nuestro territorio, tocando El Paso, Texas. Pasaron por Chihuahua, visitando la Misión de Sisoguichi, en plena Sierra Tarahumara y luego a Durango, Torreón, Saltillo y Monterrey para finalmente llegar a nuestra capital.”
La estancia de estos jóvenes se prolongó un poco porque Michel Gaillot extravió su reloj de pulso Omega, el la calle 8 cerca de la Iglesia del Refugio donde se encontraban instalados los talleres de la Compañía Constructora del Teatro Juárez. A pesar del amargo incidente, los viajeros abandonaron la ciudad después de compartir su experiencia con los estudiantes de la Alianza Francesa.
Una mañana muy temprano la pareja se despidió de los profesores Pedro y Simone, incorporándose nuevamente a la Carretera Panamericana con rumbo al sur del país. Después Guatemala, Chile y Argentina. También se internarán en la Selva Amazona donde recorrerán n barco el río del mismo nombre en una travesía de mes y medio. El viaje debió concluir en Tierra del Fuego.
(Fuentes: El Jicote/15 de mayo/1930; El Heraldo de Victoria/9; 15 de abril de 1954 y 15 de enero de 1953; Apuntes Autobiográficos de Juan Francisco Lerma, ex director de la Banda de Música del Estado.)