Por Heriberto Deandar Robinson:
25 años de esfuerzo
En las culturas antiguas, el triángulo equilátero fue símbolo de éxito; pero, no del triunfo fácil y ligero, sino el que proviene de esfuerzos combinados para llegar a metas concretas.
En mis años de juventud, hace 25 años, me llamó la vocación por este oficio…—tenía razones y ejemplos muy fuertes para ello— puedo decir que hasta de manera natural, mi camino me trajo —irremediablemente— al periodismo. Tuve entonces la idea de presentar al norte de Tamaulipas y sur del Valle de Texas una propuesta editorial. La verdad —aclaro— más que un plan concreto de negocios era entusiasmo juvenil desbordado. Muchas noches de desvelo y días de turbación, de tensión.
La región contaba ya con un periódico diario superlíder fuertemente arraigado en la comunidad. Competir con eso no sólo era absurdo, sino una locura condenada al fracaso.
Había que idear una propuesta distinta. Llenar —incluso crear— otro espacio. Entonces nació nuestro periódico, dando sus primeros pasos, buscando un lugar en el mercado, y también un lugar en el debate de las ideas, en la opinión pública y en el ejercicio del periodismo y quizá lo más difícil una nueva voz respetadas y atendida por el mismo gremio y entre nuestros colegas. Justo ese grupo, metidos en un oficio que reclama sacrificio… y que destaca por su complejidad.
Meses más adelante se integró Hugo Jiménez, un periodista fogueado en las trincheras más duras y con una visión innovadora del quehacer informativo. Con él, el periódico superó los problemas propios de un proyecto que arranca.
Hora Cero adquiere entonces, un concepto propio; lleno de la energía que da la juventud con un producto disruptivo… gratuito… con contenido variado, ofreciendo los diversos géneros periodísticos… forma y fondo, en una misma publicación…con un estricto rigor editorial, que logró entablar una conversación nueva… en un entorno que para entonces cambiaba… pero de ninguna manera lo hacía a la velocidad que ahora cambian, tanto los hábitos de consumo de información, como la manera en que se edita y circulan los contenidos.
Aun así… ya con un plan más claro y con todo en marcha hubo que empujar fuerte para lograr que Hora Cero… se colocara en la preferencia del público lector.
Hubo que vencer muchas resistencias:
¿Cómo que un periódico gratis?,
¿Quién lo paga?, ¿Qué intereses esconden?
¿Quién está detrás de estos?
Con frecuencia vimos como el ejemplar iba a parar al bote de basura por desconfianza. El modelo de negocio despertaba mucha suspicacia entre los lectores.
Fue necesario ir a explicarle a la gente, directamente, que la idea consistía en circular sobre la base de otra fuerza… invirtiendo los porcentajes entre publicidad y contenido… de una forma distinta a como lo hacía la prensa tradicional hasta entonces.
El tradicional 40 por ciento de publicidad… 60 de contenido… invertimos las cifras de esta fórmula. La fuerza comercial… nos daría la fortaleza para hacer un periodismo con más fondo.
No con la premura o inmediatez de salir hoy y también mañana y así sin descanso.
Buscábamos que cada número tuviera incluso más tiempo de vigencia… que un mismo ejemplar pudiera llagar a varias manos a varias personas y hasta coleccionarse.
Este modelo prevalece hasta hoy en día en todos nuestros productos editoriales.
Años de constancias y de trabajo intenso, más de quince horas diarias, lograron que Hora Cero no sólo fuera aceptada, sino, además buscada.
Les cuento un anécdota, en algunas tiendas de barrio algunos dueños al ver la demanda del periódico no lo regalaban como decía en la portada, lo vendían a algunos despistados lectores. Y a propósito de esa época, me permito retomar un apunte del editorial de Jiménez, de esta edición conmemorativa y los cito:
“En su primer año, Hora Cero fue una publicación mensual. Cuando Heriberto se quitaba la cachucha de dueño, éramos repartidores y dejábamos el periódico en mostradores de tiendas de conveniencia. No había espacio para la pena; llevábamos ejemplares a los centros de distribución, abríamos nuevos puntos y rellenábamos los pocos estantes que teníamos»
Fue una época maravillosa de arduo trabajo, donde el ego se quedaba en casa. Había que entrarle a gastar la suela.
Una vez entrando en el ánimo de nuestros lectores nos subimos a la ‘montaña rusa’, de épocas buenas y malas, de subidas y bajadas; de sabores y sinsabores. Y hoy aquí estamos. Cumpliendo 25 años.
Hoy Hora Cero es una realidad, una realidad que puede contar una historia, una historia importante de cosas buenas, cosas malas, pero finalmente una historia que va de la mano de su ciudad natal que es Reynosa y de todo el estado de Tamaulipas.
Ahora bien, frente a un montón de vicisitudes que enfrenta la prensa escrita a nivel mundial, amén de las directas que acaba de vivir Hora Cero, por parte de oscuras fuerzas políticas que nos quisieron desintegrar –y no voy a perder el tiempo en detallar lo que cronos ha puesto ya en su lugar, hoy estamos más firmes que nunca, oteando un horizonte prometedor.
Y es que, cuando una empresa, familia o ser humano se ve enfrentado a una situación complicada o difícil, esta empresa, esta persona o esta familia empieza a explorar un estado de necesidad y el estado de necesidad tiene una riqueza impresionante, porque te hace explorar en todo tu potencial, te hace explorar en todo tu talento, tus capacidades.
Es como los árboles –le platicaba yo a mis compañeros de trabajo en diciembre pasado, en nuestra posada-, cuando se aplana la seca las raíces del árbol tienen que buscar la humedad y tienen que ir tierra adentro, logrando con eso abastecerse de agua y fortaleciendo su tronco, poniendo más fuerte su estructura. Entonces, esta es una empresa con raíces profundas, porque ha sabido sobrevivir a momentos difíciles.
Las empresas que viven en puros momentos fáciles no tienen esa fortaleza, porque no han pasado por ese estado de necesidad. Nosotros lo vivimos, lo sufrimos y lo aprovechamos. Lo hemos utilizado a nuestro favor.
Lo fundamental en esta batalla se resume en la mística que prevalece en los mandos de Hora Cero, cuyo personal, compañeros y amigos, como una familia, nos mantuvimos unidos con trabajo sólido y saliendo adelante –capitaneados por la contadora Yolanda Rodríguez y Hugo Jiménez- a ellos y a cada uno de los trabajadores quiero en este momento externar mi más amplio reconocimiento y agradecimiento.
Quizá debería sentirme satisfecho porque he correspondido al cariño inmenso e incondicional de mi madre doña Guillermina Robinson de Deándar (QEPD) y a la guía firme y serena de mi padre, don Heriberto Deándar Martínez, con mi mayor esfuerzo en el camino que ellos me enseñaron.
Quizá debería sentirme orgulloso de que Hora Cero y el valioso equipo de personas que lo han hecho posible durante 25 años, haya recibido el reconocimiento internacional de prestigiosas instituciones de la comunicación.
Quizá debería sentir regocijo de que he podido formar a mi familia con el legítimo producto de mis esfuerzos y de mis afanes.
Quizá debería sentirme satisfecho de haber puesto en la palestra estos medios alternativos que aparecieron de manera repentina en el escenario de nuestra sociedad.
Sin embargo, más que satisfacción u orgullo, siento el compromiso con ustedes, conmigo mismo y con todos los que hacemos Hora Cero… el compromiso de ir por más; de hacer periodismo útil… libre… crítico…de hacer el periodismo que evoluciona en y con las modalidades tecnológicas… pero no pierde las cualidades originales, el que no se permite vaciar de contenidos el espectro informativo…el periodismo que enriquece el debate y circula por la fuerza de la inteligencia… que produce redes que reclaman información objetiva pero que exigen también la posición de una opinión, de un punto de vista que vaya un poco más allá del chat… del smart phone… donde la verdad perdure y siga siendo la principal divisa del periodismo… de la convivencia en comunidad y en el trato entre nosotros.
Vamos como empresa por otros 25 años de existencia. A los lectores, a los anunciantes, mi agradecimiento infinito.
Y una vez más, lo quiero repetir, gracias EQUIPO DE TRABAJO.
GRACIAS Dios, por permitirnos nuestros primero 25 años.