Francisco Ramon Aguirre
Parafraseando a José Arcadio y Aureliano Buendía, protagonistas de la novela Cien Años de Soledad, el día que los victorenses tuvieron por primera ocasión en sus manos un trozo de hielo, debió haber significado un acontecimiento inverosímil y maravilloso. Especialmente para los habitantes de las zonas rurales más alejadas del entorno urbano.
Guiados por una extraordinaria noticia, la gente acudió al lugar donde vieron funcionar aquella increíble maquinaria, capaz de transformar el agua de los veneros de la Sierra Madre Oriental en trasparentes cubos de hielo. Esto sucedió en 1899, de acuerdo a la noticia relacionada con el tema donde refiere que W.J. Storms, agente consular de Estados Unidos instaló una fábrica de hielo en la capital tamaulipeca, donde las elevadas temperaturas veraniegas eran extremadamente calurosas. Anteriormente en 1886, el norteamericano Henry L Dignowity solicitó al congreso de Tamaulipas la instalación de fábricas de cerveza y hielo en Victoria o Tampico “…exceptuando los impuestos municipales y estatales.”
Gracias al extraordinario desarrollo del gélido negocio, en 1907 el señor Storms solicitó al gobierno del coronel Pedro Argüelles una prórroga de dos años para continuar sus operaciones mercantiles. De la manera acostumbrada y sin discusión, la súplica fue aprobada unánimemente por los diputados del Congreso del Estado. En esa misma época su paisano George Gleason experto en productos químicos, decidió abrir una factoría para manufactura y exportación de sodas.
Vale recordar que en esa época, aún no existían en Victoria las neveras y refrigeradores, razón por la cual la conservación de alimentos, refrescos y cervezas generó enorme demanda de hielo para mantener estos productos frescos y agradables al momento del consumo. En este sentido la mayoría de los hogares, cantinas, restaurantes y comercios solucionaron este problema, gracias a la mencionada fábrica de hielo encargada de producir y distribuir los bloques o barras congeladas para satisfacer la demanda.
Para 1910, la fabricación de hielo en Tamaulipas fue vislumbrado por los empresarios como un negocio lucrativo. Gracias al agua congelada algunos de ellos amasaron buenas fortunas. Por ejemplo en Nuevo Laredo y Tampico, se abrieron algunas factorías para cubrir la demanda doméstica y comercial. A pesar del movimiento revolucionario, en 1911 los señores Manuel María Arriaga y Pedro Rodarte insistieron ante el Congreso del Estado acerca de un permiso para instalar una planta de hielo en Victoria, que les fue concedido. Probablemente ese proyecto fracasó por el “…estado anormal en que se hallaba el país”, o sea la inestabilidad política y económica generada por los revolucionarios y fin del porfiriato.
En 1928 el gobierno estatal otorgó un permiso al general Juan Andrew Almazán, para instalar una fábrica de hielo en Reynosa donde invirtió 25 mil pesos. En ese momento, existía en Tampico la Fábrica de Hielo y Empacadora La Libertad, establecida en La Isleta. En 1932 dicha empresa fue puesta en remate por quiebra, después de una demanda laboral. Entre sus bienes pusieron en venta destacaba una máquina para hacer hielo de agua cruda con capacidad de cincuenta toneladas, un motor eléctrico, un tanque de congelación, dos compresoras, dos camiones repartidores Dodge, una caldera doble para mil kilos de vapor seco y otros objetos.
Para entonces, seguía en operación la Fábrica de Hielo Victoria fundada en 1925 con la participaron de varios accionistas, convocados por su Secretario Constancio Zuani a una asamblea el 15 de febrero 1928. Esta empresa trascendió varias décadas en el ámbito de la vida cotidiana victorense. En 1938 cambió de razón social al asociarse el italiano Zuani con José Sierra Torres, empresario de la Cervecería Cuauhtémoc. Ese año reactivaron la fábrica ubicada en la Calle Democracia, donde permaneció varias décadas funcionando. En 1946 anunciaba sus operaciones en el periódico El Heraldo como “La Más Moderna Maquinaria. Hielo Cristalino a Base de Higiene Absoluta”.
De esta manera además de una larga lista clientela, Sierra Torres aseguró el abasto para sus negocios donde vendía cerveza Carta Blanca, Saturno y Bohemia. En ese tiempo existía la fábrica de sodas La Pureza de Jesús Lavín Govela en la calle Matamoros; un negocio de aguas gaseosas propiedad de Ricardo Crespo y la Fábrica de Aguas Gaseosas La Peñita de José Sierra Torres.
En 1931 Jesús García Velázquez, agente de la Cervecería Sabinas ofrecía cerveza de barril y botella bien helada en el expendio No. 2 de la calle Hidalgo y Francisco I. Madero. Otro establecimiento popular era el Estanquillo El Elite “El Preferido de Todas las Clases Sociales” -9 y 10 Hidalgo- de Lorenzo Rodríguez donde el público podía comprar “Cerveza bien Refrigerada, Refrescos de Frutas Naturales, Dulces, Cigarrillos, Puros, Revistas, Periódicos y Sodas La Peñita.” Lo mismo el Café Alcázar de Pedro Wong y Salón Gracia presumían tener novedosos refrigeradores, aunque algunos clientes aseguraban que la cerveza permanecía más tiempo helada cuando se utilizaba hielo.
Aunque en ese tiempo los refrigeradores empezaron a ponerse de moda, el hielo se convirtió en un producto imprescindible en cantinas, fiestas y restaurantes. Para un mejor rendimiento, preservación y protegerlo de los candentes rayos solares surgieron hieleras de madera, forradas con lámina galvanizada donde las botellas se enfriaban más rápido. Además, en esa época el servicio eléctrico no representaba una garantía, debido a las constantes interrupciones del servicio.
Desde la década de los treinta operaba una fábrica de hielo en la Escuela Central Campesina de Tamatán; por lo cual Constancio Zuani interpuso una demanda ante la Secretaría de Hacienda argumentando inequidad en la competencia. En los años cuarenta, mientras era director de esa escuela el ingeniero Ezequiel Guerrero Amaya, además de la mencionada fábrica operaba en uno de los edificios un molino de nixtamal. Los recursos económicos obtenidos de la venta del producto en algunos comercios y hogares de Victoria, eran destinados a mejoras del edificio y alimentación del alumnado. Para cubrir la demanda, desde muy temprano un grupo de estudiantes se encargaban de distribuirlo por diferentes rumbos de la localidad.
Como parte del desarrollo de la ciudad y aumento poblacional, la demanda del hielo aumentó considerablemente. A todo esto, agregamos los períodos del auge turístico norteamericano y canadiense que transitaban por la Carretera Nacional. Entre las décadas de 1940 y 1980, cuatro empresarios importantes instalaron fábricas de hielo en la capital tamaulipeca, ellos fueron Napoleón Salinas Fuentes, propietario de la Fábrica de Hielo “Victoria S.A.” quien también fue banquero, henequenero, lechero, fundador del Casino Ganadero y Club “Campestre” y presidente de la CANACO. Ricardo Lavín Govela y sus hermanos fueron propietarios de la fábrica de hielo «Pureza» y bebidas gaseosas «Kist la Pureza»; mientras Silvano Martínez Hernández, fundó en 1963 la fábrica Hielo Victoria. En agosto de 1989 inicia sus operaciones comerciales la “Fábrica de Hielo y Agua de Victoria S.A. de C.V”, “El Cotorro” creada por Manuel Corcuera Covarrubias.
(Fuentes: Periódico Oficial de Tamaulipas/12/17/1907; Commercial Relations of the United States with Foreign Countries, Volumen 1, De United States. Department of State, United States. Bureau of Foreign Commerce(1854-1903); Periódico Oficial de del Estado Tamaulipas/1932/04/23; Periódico Oficial del Estado de Tamaulipas; 1911/07/29; El Heraldo /julio 28/1931/Antonio Maldonado Guzmán/Cronología Histórica de Victoria/fotos Constancio Zuani, José Sierra Torres, Fábrica de Hielo de Victoria/Fototeca Municipal.)