Rutinas y quimeras
Clara García Sáenz
Quien decidió ponerle el nombre de Tamaulipas a este estado de la república conocía, sin duda, claramente la composición del territorio. Aunque históricamente se dice que esta decisión fue a raíz de juntar las dos Tamaulipas, la vieja y la nueva, evocando sus impresionantes sierras, así como sus fundaciones tempranas con los frailes en el sur y las definitivas con José de Escandón; Tamaulipas, así en plural representa muchas expresiones, territoriales, económicas, sociales y culturales.
Este año tuve la oportunidad de recorrer muchos de sus caminos y carreteras, visitar municipios periféricos, conocer a personas que en esos lugares me contaron historias extraordinarias, compartieron su mesa y me hablaron de sus antepasados. Platiqué con campesinos, artesanos, amas de casa, investigadores, autoridades ejidales, maestros, y todos estaban orgullosos de su tierra, su patrimonio y su paisaje.
Disfruté paisajes extraordinarios y diversos en Tamaulipas, como el bosque de pinos en La Chona, la aridez de Cruillas en el Santuario del la Virgen de Monserrat, las bocas de mina en San Nicolás, la arena blanca de la Barra del Tordo, las calles antiguas y solitarias de Burgos, el bullicio de Ocampo.
Pero en cada lugar, en cada momento, en cada espacio, ahí donde me detenía hubo siempre una historia que evocar, un patrimonio cultural que conservar, un espacio natural para disfrutar. Todo diverso, las personas, los monumentos, las comidas, las costumbres, los recuerdos.
Hace algunos días recorrimos la carretera hasta llegar a Texas y es impresionante la cantidad de vehículos que vienen del norte y pueblan la arteria principal que cruza a Tamaulipas del Norte a Sur.
Siendo la ruta más rápida para llegar del centro del país a la frontera con los Estados Unidos, pienso en las miles y miles de personas que pasarán estos días por nuestro estado e ignorantes de nuestras riquezas seguirán de largo.
Lejos han quedado los días de terror, de confinamiento, de abandono. Ahora me parece que es un momento propicio para que, aprovechando la temporada de descanso, salgamos a recorrer los caminos de Tamaulipas, en corto, sin tanta impedimenta, visitar El Chorrito y comer asado, si usted vive en Victoria pase por el Carmen a comprar naranja.
Si vive en Tampico, vaya a la Barra de Tordo a comerse un pescado frito, si vive en la frontera visite Camargo y Mier. Pero si realmente quiere un momento de silencio y tranquilidad, viaje a Casas, San Carlos, Burgos, San Nicolás, Bustamante, Miquihuana.
La amabilidad tamaulipeca siempre le orienta donde comer, dormir y qué visitar. Reconocernos a nosotros mismos, valorarnos, disfrutar nuestra riqueza es una tarea pendiente de muchos que habitamos este territorio. Ahora es un momento propicio empezar, sin prisa y con mucho gozo.
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