Guadalupe Correa-Cabrera
En el día la “Madre de Todas las Marchas” organizada por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), desde el poder y como presidente de México, vale la pena reflexionar sobre sus alcances y significado. Este evento—más allá de los debates, acusaciones, críticas y elogios que ha suscitado entre simpatizantes y opositores al Gobierno de la Cuarta Transformación (4T)—representa una realidad incuestionable: el fracaso estrepitoso del proyecto opositor en México.
Efectivamente, hablamos de un proyecto representado por todos aquellos que ostentaron el poder en el pasado reciente, por empresarios que fueron beneficiados enormemente en administraciones anteriores, intelectuales y comunicadores que perdieron relevancia y privilegios bajo un nuevo proyecto político, una clase media a disgusto con un discurso político que sienten no los toma en cuenta, además de aquellos que nunca comulgaron con las ideas ni las acciones de quien alguna vez se ostentara como líder de la izquierda mexicana (y que ahora es Presidente).
Sin el afán de hacer un balance del Gobierno de la 4T, de sus errores y aciertos, del cumplimiento o no de sus promesas o de su desempeño en general, lo que queda bastante claro con la movilización de este domingo, es el penoso papel de la oposición encabezada por las figuras más rancias y desprestigiadas de la política nacional y otros lugares comunes del espacio público en nuestro país.
La marcha nacional “en defensa” del Instituto Nacional Electoral (INE) que tanto celebraron los opositores, y que pretendieron colocar como una muestra del descontento general con el proyecto de la 4T, resultó ser una victoria pírrica si consideramos los resultados y las imágenes de la marcha de este domingo. Pronosticando de antemano “acarreados” y utilizando críticas francamente fuera de lugar, la oposición privilegiada de México muestra una vez más su debilidad, su torpeza y su falta de conocimiento e interés sobre lo que realmente necesitan las mayorías de su país.
Es verdad que AMLO parece haber convocado esta marcha para hacer patente su músculo político y su grandiosa capacidad de movilización como respuesta a la marcha de los opositores reaccionarios que desean dar una vuelta al pasado reciente ya denostado por las mayorías. La de AMLO no es una marcha opositora, es una marcha desde el poder—con todo lo cuestionable que esto signifique y con lo mucho que hay que criticarle al desempeño de este Gobierno. Pero el presente texto no pretende hacer una crítica justa al Gobierno, sino más bien intenta resaltar el fracaso estrepitoso de una oposición política que le queda a deber muchísimo a México.
Entre las principales figuras que encabezan visiblemente esta fallida oposición se encuentra el Señor Claudio X. González Guajardo, hijo del empresario Claudio X. González Laporte, quien fuera asesor de Carlos Salinas de Gortari y presidente de Kimberly Clark de México por varias décadas, además de ser figura clave en varios consejos y asociaciones de empresarios. X. González Guajardo no es un empresario como su padre; es un más bien un “filántropo” y “activista” político muy singular.
Abogado por la Escuela Libre de Derecho, Maestro y Doctor por la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia en la Universidad de Tufts, además de cofundador de varias asociaciones civiles—entre las que destacan Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y Mexicanos Primero—el Sr. X. González es uno de los mayores críticos del Gobierno de la 4T y declarado enemigo acérrimo del presidente López Obrador.
Claudio X. González Guajardo es, en sentido estricto, un “Junior” (Jr.) que se desempeña como “activista” y como filántropo—quizás en la defensa de los intereses de su familia por lo que toca al tema de las donaciones y las exenciones de impuestos. Siempre parece ser muy necesaria la filantropía en las familias de magnates. Con el mismo nombre del padre (por eso lo de Jr.), Claudio X. González Guajardo opta por no dedicarse a los negocios, pero se inserta en la política con un gran capital y una gran infraestructura de relaciones públicas para atender los intereses de su clase. Y ello no está mal. Cada quien tiene derecho a defender sus intereses y los de su familia o de su gremio—claro que con ética, transparencia y respetando el Estado de Derecho.
Así, con el apoyo de aquellos descontentos con el resultado de la elección del 2018, y la reacción ante el avance del partido Morena y un nuevo proyecto de nación, X. Gonzáles Guajardo encabeza la alianza opositora al Gobierno actual y parece asignar cuantiosos recursos a organizar a todas las fuerzas políticas contrarias a lo que se ha denominado la Cuarta Transformación (4T). Desafortunadamente, el “Junior” no parece haber contado con el talento del padre en las áreas que se le encomendaron. Se aprecia que todo lo que toca en política lo destruye y ha resultado ser un gran fracasado.
Sólo basta con hacer un balance de sus proyectos y analizar los resultados de sus acciones. Incluso sus intervenciones en las redes sociales dejan mucho que desear. El Sr. X. Gonzáles Jr. cita frecuentemente a personajes de la política, comentócratas e intelectuales reaccionarios enojados con la pérdida de privilegios—lo cual se refleja en lo vacío de sus mensajes. Y cuando decide hacer aportaciones propias al debate público, lo hace de forma poco articulada, nada sofisticada, y mostrando su poco conocimiento sobre el pueblo de México y sus necesidades; también revela su estrategia pueril—sin proyecto concreto, sin dirección y sin una estrategia de acción coherente. Además, Claudio X. González Jr. tiene a bien reunir, en un sólo espacio—el suyo—a las figuras más deterioradas, torpes y desprestigiadas de la política nacional. No hace falta mencionar nombres, pues esos son ya conocidos por casi todos.
Se añade al equipo de opositores, el Senador Ricardo Monreal, quien no parece traer base de apoyo social, pero sí aporta mucha ambición y una obsesión con salir en la boleta electoral del 2024. Y así, el desatinado “filántropo” continúa sumando a su proyecto grupos o individuos que no ofrecen mucho, pero que están dispuestos a continuar medrando con los presupuestos del sistema electoral mexicano—pienso, por ejemplo, en aquellos que forman el ya agonizante Partido de la Revolución Democrática. X. González Guajardo parece hacer muy malas apuestas; no heredó el talento ni la pericia de su padre para el juego político. Y eso queda clarísimo con el fracaso de “Va por México” y con la creación—como respuesta a tal descalabro—de la nueva alianza opositora bautizada como “Unido@s”, que más bien parece nació medio muerta, “tuerta” o medio desatinada.
Cabe destacar la falta de programa y estrategia en todos los proyectos que emprende el “no emprendedor” X. González Jr., mal-caracterizado como empresario, que parece tener muy poca empatía con las mayorías que no son de su clase social y con el pueblo de México en general. Lo anterior quedó claro en una más que penosa y desafortunada intervención suya durante la marcha en apoyo al INE, cuando ofreció 200 pesos a un hombre que le pidió ayuda por su hijo asesinado. Su falta de empatía y limitadísima conciencia social quedan de manifiesto en la mayor parte de sus discursos y sus acciones.
Por ejemplo, en vísperas de la marcha del domingo 27 de noviembre, el líder opositor escribió lo siguiente en la red social de Twitter:
“Indigna, de la #MarchaDelAcarreo el uso ilegal de recursos públicos en gran escala, y el que obliguen a personas buenas pero necesitadas a desplazarse, asistir y rendir pleitesía al autoritario, populista, inepto y perverso que es presidente. Todo mal con esta #MarchaDeLaRevancha”.
Sin presentar pruebas del “acarreo”, el Sr. Claudio X. Gonzáles Guajardo aseguró que las personas que acudirían a la marcha convocada por AMLO lo harían obligadas, es decir, acarreadas en lo general. En lo personal, me parece indignante que se refiera a los participantes en la marcha como “personas buenas pero necesitadas”. Nuevamente el Sr. X. González deja ver su clasismo despiadado y su desdén por las mayorías que eligieron apoyar un proyecto distinto al que él y su familia apoyaron en años anteriores.
Pero los resultados de la falta de estrategia y de una oposición encabezada por un “Junior” que desconoce al pueblo de México y a los que no son de su clase son contundentes, y más contundente es el fracaso de este grupo opositor. Sin discutir el acarreo o las motivaciones de la marcha “pro-Gobierno”, lo que queda claro es la torpeza y el fracaso de quienes gobernaron en México en las últimas décadas. El desprecio hacia las mayorías de más bajos estratos sociales se magnifica y se reproduce en distintos espacios. En este sentido, la oposición mexicana y la venezolana se parecen bastante. Recordemos a figuras fracasadas de ese país como María Corina Machado, Leopoldo López, Juan Guaidó o Henrique Capriles.
De acuerdo con los resultados de las dos marchas mexicanas (la de AMLO y la de la oposición) y estableciendo una justa comparación, es claro que a los seguidores del presidente les quedó chico el Zócalo, mientras que a los líderes de la oposición, como al Sr. X. González Jr., les quedó muy grande la encomienda de ser un contrapeso real ante las malas decisiones de Gobierno—que no son menores. Hay bastante que criticar a este Gobierno, pero no es posible hacerlo desde los espacios que ofrece la alianza opositora mexicana. La oposición encabezada por figuras como X. González y sus aliados y empleados, le ha quedado a deber mucho a México.
Cada vez que me encarrilo para hacer una crítica justa al actual Gobierno mexicano, pero escucho o leo lo que dice el “Junior” opositor, reencamino mis esfuerzos hacia una crítica a la oposición por injusta y mal articulada, por mezquina y mal intencionada. Los excesos del sector opositor mexicano logran desviar la atención de los críticos al actual Gobierno hacia ellos mismos; esta parece ser una ironía y una gran tragedia.
El Sr X. González parece ser (sin querer) el mejor aliado de la 4T, con todos sus errores y excesos. Le urgen a este país líderes opositores inteligentes. No necesitamos juniors como el Sr. De la Madrid o el Sr. X. González Jr., fieles representantes de una clase social acomodada, carentes de conciencia social, de empatía, de cultura de la calle y de conocimiento sobre la realidad de la sociedad mexicana. La oposición política requiere de liderazgos distintos. Como dice Federico Bonasso: “Le urge a este país una oposición seria, con programa, que entienda la sociedad que pretende gobernar”. Los contrapesos al poder y la crítica a las acciones de Gobierno no deberían ser encabezados por un “Junior Equis”.