Entre líneas
Daniel Santos Flores.
La Real Academia Española define al pecado como la cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido. Ahora bien, fue el sexagésimo cuarto papa, Gregorio Magno, quien a finales del siglo VI se encargó <después de muchos cambios que se dieron por siglos> de enumerar los 7 pecados capitales en una lista definitiva.
El teólogo Tomás de Aquino define el pecado capital como “aquellos vicios a los que la naturaleza humana está principalmente inclinada”. Y para rematar, se les llaman pecados capitales, porque estos son la fuente de muchos otros.
Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula envidia y pereza.
Una vez desmenuzado el concepto, y enlistados los 7 pecados, nos trasladamos de lo trascendental a lo político. Una cosa es pecar en actitud diaria y otra < a mi gusto> pecar en política.
Si usted es un político de los que formaron parte del sexenio de los tiempos de cambio o está a punto de ingresar a las filas del nuevo gobierno, le recomiendo leer este texto, tanto para arrepentirse y hacer penitencia, como para evitar caer en ellos. Recuerde que un pecado lleva a otro, es mejor poner atención y tomar consejo. Por eso, le enumero los 7 pecados capitales que todo político debe evitar, como reconocerlos y las 7 soluciones o virtudes que los contrarrestan. Digamos que es una lista de lo que no se debe hacer y lo que sí, veamos:
Soberbia, el peor de los pecados.
Ser un político soberbio no solo te atraerá enemigos inmediatamente, sino que si no lo eras antes y te andas estrenando de soberbio (a), réstale por lo menos 9 de los 10 amigos con los que contabas. Te van a aguantar pero no por mucho tiempo.
Solución: Humildad. Reconocer que de nosotros mismos no tenemos nada, nada nos pertenece, el poder no es nuestro y que así como llegó, así se va. Aunque en algunos casos pase de inmediato, en otros tarda hasta 6 años, pero de que se va, se va.
Avaricia, el mal de muchos.
Si eres aquel que piensa que el dinero público es tuyo, y que por ahorrarlo te van a poner una estrellita en la frente, estás bien equivocado.
Solución: Generosidad. Los recursos públicos son para bien usarse, para invertirse en obras y acciones de calidad, no para ahorrarlo. En el caso de tu dinero, invierte en ti, en tu preparación, en tu apariencia, en contratar a un buen equipo, y en la medida de lo posible, destina un porcentaje y destínalo a comunicación y estrategia, al fin y al cabo, mucho gira en torno a como te perciben los demás.
Lujuria, vicio desmedido de los reflectores.
Ya no eres el mismo, ahora usas zapatos de diseñador, las camisas, trajes, accesorios que no usabas antes, ahora forman parte de tu repertorio. Eres adicto al reflector, a la cámara, quieres ser, en una acción desmedida, el centro de atención.
Solución: Castidad. En este caso es esa conducta que modera y gobierna el deseo del placer del reflector y de ser el centro de atención. No es necesario hacer tanto alarde, hay personas que con su personalidad llaman la atención. Distínguete por tus ideas, por tus propuestas, deja que tu trabajo hable por si solo. Tampoco te digo que vivas en las penumbras, solo todo con moderación, todo.
Ira, el clásico.
Para demostrar poder te conviertes en un político duro, de esos que a la primera explotan, gritan, le pegan a la mesa, corren gente y luego las regresan, hacen caras, muecas, etc. Entiende esto: tu equipo no te va a respetar nunca, te tendrán miedo, pero jamás respeto.
Solución: Mesura. Con esto no te digo que no ejerzas tu autoridad, son cosas distintas. Habla bien, expón tus argumentos, escucha los de los demás y toma decisiones. Dice un dicho que nunca trates mal a la persona que tenga acceso a tu cepillo de dientes, ¿Capisci?.
Gula, el que no delega.
El que se quiere comer todo, no delega nada, todo lo supervisa y solo entorpece las cosas, el que dice que puede con todo y a la mera no puede con nada. Es capaz de hacer las cosas por sí mismo y desatender lo importante con tal de no ceder ni un solo espacio sin su visto bueno, la hace de diseñador, consultor, estratega, redactor de discursos, etc.
Solución: Templanza, es esa virtud que modera la atracción de creer que sí tú no lo haces no esta bien hecho. Delega, confía y avanza.
Envidia, el más común.
Los hay en dos vías, el que siempre está viendo el pasto del vecino más verde, es ese político que no puede ver ni siquiera una publicación en redes sociales de un par, porque es capaz de dejar pasar un tiempo e imitarla, vestirse igual y obsesionarse con la atención que este recibe de los demás. Y también está el supersabio, el que solo sus ideas son buenas, el que no comparte el crédito, el que se mete en medio de la foto y hace a un lado a los demás con el codo.
Solución: Caridad. Desea hacer siempre tu tarea bien, enfócate en lo tuyo y dale a todos una recompensa por el trabajo logrado, mantente abierto a las opiniones de los demás, y olvídate de cómo actúan tus pares, si los imitas en todo, también lo harás en sus errores.
Pereza, no querer esforzarte en ver la realidad.
Es el político que no ve la realidad, el que no se esfuerza en lo más mínimo por conocer lo que opinan los demás en aras de evitarse problemas que luego resultaran en otros problemas más grandes, es el que no se quiere sentar a conciliar, el que prefiere darle largas a los acuerdos porque pues ¿para qué?, al fin y al cabo, yo soy el mero bueno.
Solución: Diligencia. Es la prontitud, cuidado y eficiencia en el cumplimiento del deber. Darse el tiempo para cada cosa, para cada persona, para cada detalle y atenderlos, eso evitará grandes dolores de cabeza.
Sospechosista de cabecera, si usted conoce alguno <que supongo que si porque de la actual administración abundan> que ya se encuentre en el infierno, a un paso de este, o tentado a estarlo, mándele este texto y adviértale que es mucho más común de lo que cree caer en tentación. Dígale que el problema no es caer, el problema es saber y no querer reivindicarse. Tamaulipas conoce miles de casos que han caído en los 7 pecados capitales de la política, unos que ya pecaron y que se arrepintieron y otros que a pesar de haber pecado son capaces de volverlos a cometer.
Pecadores y arrepentidos siempre habrá, quien se salve y quien no también, así como hojas y tinta para señalarlos o aplaudirles.
Reenviado
La soberbia precede al fracaso; la arrogancia anticipa la caída.
Proverbios 26:18
Daniel Santos Flores