Del Abogado Amigo
Luis Torre Aliyán
Durante la semana que termina, el Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio una declaración que comparto, y que consideré oportuno platicarle, estimado lector.
Y es que, el Ministro Zaldívar dijo que: “Entre tanta carencia que tienen tantos y tantas ha estado siempre presente la carencia de justicia. Las cárceles mexicanas llenas de inocentes porque no tuvieron una defensa de calidad”.
Llamándole a ese tipo de justicia, “la justicia desigual”, la que nos toca combatir, sostuvo.
Y dichas manifestaciones, estimado lector, las hizo el Presidente en el contexto de fortalecer las defensorías públicas de oficio, con el fin de así defender a los más pobres, a los marginados y a los olvidados, a los que nadie había volteado a ver nunca.
Comparto la visión de Zaldívar, pero además de desigual, la justicia ha sido fantasma para la gente que menos capacidad económica tiene en el país.
No existe en México una defensa gratuita de calidad y de convicción, para la gente de más escasos recursos, pues a pesar de que hay honrosas excepciones de abogadas y abogados que por un sueldo decoroso llevan a cabo juicios para defender a gente vulnerable, lo cierto es que los niveles y necesidad de justicia han superado por mucho las capacidades institucionales para ello.
En cualquier colonia marginada la justicia es como un fantasma: los tribunales son tan distantes e inalcanzables… ¿Quién nos puede defender? Es el clamor social. Si no llegan apoyos de salud, pues menos de justicia… piensan, sostienen, y les asiste la razón desde su precario nivel económico.
Estimo por ello, que sí, efectivamente las defensorías públicas deben consolidarse, pero también considero, que el gremio jurídico organizado, los Colegios en particular, podrían participar con actividades de acercamiento, de “encause” y orientación legal.
Y, partiendo de buena fe -con las limitaciones económicas propias de la época- llevar a cabo un plan para en ese sentido apostarle a una mayor labor social, a fin de contribuir con la nación misma en el combate a esa justicia desigual como la denominó el Ministro Zaldívar, darle un poco de luz, de vida pues, a la palabra justicia, y así empiece a dejar de ser ésta un simple fantasma para los que menos tienen.