Francisco Ramos Aguirre
En aquel tiempo, la capital tamaulipeca era una ciudad tranquila, pequeña, práctica y funcional. Para trasladarse, resultaba más fácil hacerlo a pie que viajar en carro o autobús. Uno de los peatones más célebres fue Velitos, propietario de la Botica El Cañón donde se podía adquirir cualquier cantidad de hierbas curativas. Platican que cierta ocasión mientras caminaba por la calle Hidalgo un amigo frenó su coche y le dijo: “Si gustas te llevo a donda vayas…” Enseguida el boticario le contestó “No, gracias me urge llegar…llevo prisa.”
La tradición oral, refiere que probablemente uno de los primeros automóviles que circuló en Ciudad Victoria en 1910, perteneció al ingeniero y hacendado José Montesinos originario de Jaumave, Tamaulipas. Este acontecimiento, inspirió al poeta popular y maestro Luis Castro Bermúdez la composición de un corrido de su tránsito por el Camino Real a través de la Sierra Madre. “El carro de gasolina,/de don José Montesinos,/corre aprisa en la colonia,/y devora los caminos.”
Vale decir que Montesinos además de ser ahijado de Porfirio Díaz, era una persona influyente en el Cuarto Distrito. Por lo general llevaba a componer su vehículo Ford de pedaldes con Agustín Cavazos, egresado de una escuela de mecánicos de San Antonio, Texas. Igual que otros automovilistas, se abastecía de combustible en la tienda de abarrotes El Puerto de Bagdad.
Uno de los primeros transportes urbanos, fueron los coches de caballos que entonces se conocían como Victorias o Jardineras para los cuales existía un reglamento de tránsito. En cuanto a los camiones foráneos, el periódico El Pueblo (abril 2/1919) anunció la apertura del servicio de traslado de pasajeros y carga entre Ciudad Victoria, San Fernando y Matamoros. El acto de inauguración fue solemnizado: “…con una sencilla fiesta organizada por la empresa. Con motivo de este nuevo sistema de comunicación rápida, reina gran contento entre el comercio y el público en general, pues el servicio será diario y en condiciones definitivamente liberales.”
Sólo quienes disfrutaban de cierto prestigio económico y cómodo estilo de vida, podían adquirir un auto particular. Otros de los agraciados en conducir automóviles con su respectivo cran de arranque en la segunda década del siglo XX, fueron el francés Pedro Sheiz, propietario del almacén La Francia Comercial, Federico Star, Leoncio Torres Aguilera y Nardo Mansilla. En ese tiempo, la capital tamaulipeca apenas rebasaba los diez mil habitantes y se abastecía de agua en norias y acequias, mientras las principales avenidas estaban empedradas.
Los doctores fue uno de los gremios que por necesidades de su profesión, adquirieron automóviles. No obstante que las distancias no eran muy largas, en 1922 era común ver a Felipe Pérez Garza, Rafael Villarrreal y Praxedis Balboa transitar con sus autos por las calles mientras acudían a una consulta domiciliaria. El doctor Abelardo González Garza, en una de sus charlas de café mencionaba que don Benito Sierra tenía un auto Ford modelo T caracterizado por sus cristales. Por tal motivo, los victorenses mostraron su ingenio y buen humor, bautizándolo como La Vitrina.
Para entonces, el interés por el automovilisto comenzó tomar auge inusitado. Según el periódico La Raza, una de las primeras agencias de venta de autos que operaba en 1922 pertenecía a la marca Ford y era propiedad de Benito de la Garza y Hermano. Ellos ofrecían coches Turismo, Runabout, camiones de una tonelada y tractores Fordson con sus respectivas refacciones. Al mismo tiempo, los hermanos Higuera pusieron en la calle Hidalgo un depósito de neumáticos Goodyerar, carros Studebeaker fabricados en Estados Unidos y una estación de gasolina Pierce.
Si observamos una fotografía de Daniel B. González, tomada en el exterior de la estación del ferrocarril, podremos observar una larga fila de autos de varias marcas, estacionados frente al jardín de la Plaza de los Héroes de la Independencia. Lo mismo podemos decir de otras postales tomadas en la calle Hidalgo, donde se registra el ambiente social y circulación de algunos autos y camiones urbanos.
Paulatinamente, la fisonomía de la localidad empezó a transformarse, debido a la presencia de docenas de autos que irrumpieron en las calles. A finales de los años veinte, mientras Los Trovadores Tamaulipecos promocionaban EL Cuerudo, El Himno Agrarista y otros éxitos musicales en la disquera Columbia, se instaló en Victoria la agencia Chevrolet Ideal Motor Company S.A., con venta de los recientes modelos Turismo, Roaester, Coupe, Sedán y Roster Truck.
A partir de los años cuarenta, luego de la inauguración de la Carretera Nacional durante el gobierno del arquitecto Enrique L. Canseco, la circulación de unidades automotrices aumentó considerablemente. Al mismo tiempo de aquel fenómeno expansionista, hicieron su aparición diversas líneas de autobuses foráneos de pasajeros que instalaron sus oficinas alrededor de la Plaza Hidalgo. Lo mismo surgieron refaccionarias, garages, talleres mecánicos, hoteles, llanteras y estaciones de gasolina.
Dentro de este ambiente, las agencias concesionarias de las principales marcas automotrices empezaron a establecerse definitivamente en esta capital. En 1937 el representante de la marca Chevrolet fabricante de automóviles, camiones y camionetas era Fernando Montemayor. Esta famosa empresa de General Motors, abrió sus puertas en un edificio art decó de la calle Juan B. Tijerina y Allende, con modernos talleres mecánicos, refacciones legítimas, venta de llantas, estación de gasolina Gulf y salas de exhiibición de los autos del momento: Buick, Mercury y Chevrolet. Para los transeúntes representaba todo un espectáculo, ver circular por diversos rumbos aquellos voluminosos automóviles convertibles, colores llamativos, cubreasientos y llantas de “cara blanca.”
La agencia Dodge, estaba en la calle 8 Bravo y Allende. Además de la venta de autos, una de sus especialidades eran los camiones y camionetas pickup. Muy útiles para carga pesada y acarreo de insumos propios del campo, si consideramos que una de las principales actividades económicas de la región estaba relacionada con la agricultura y ganadería. Al poco tiempo cambió su dirección a la calle Aldama y 8, bajo la razón social Automotriz Sierra Gorda S.A. En 1950 la Automotriz Victoria Ford, inauguró su sala de exhibición en la calle 8 Abasolo. Años más tarde la concesión fue adquirida por Elías Charur, quien al paso del tiempo se convirtió en uno de los principales empresarios locales.
Los autos usados, también formaron parte del mercado. Algunos particulares ponían a la venta algunos vehículos de su propiedad, entre los cuales la marca Ford era una de las más solicitada. Por ejemplo un vecino del barrio de la calle Allende ofrecía a través de un anuncio en El Gallito (agosto/1937) un carro Ford modelo 1925 “barato y en buenas condiciones.” Por su parte el propietario de la tienda El Anzuelo del 9 y 10 Hidalgo, puso a la venta “Casi los Relgalo” una camioneta Chevrolet 34 modelo guayín para pasajeros, un automóvil Chevrolet Modelo Coupe y un automóvil Buick.
La historia del automovilismo en Tamaulipas, es un tema de interés que nos ayuda a explicar el enorme desarrollo en la actualidad. Según informes oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía en el estado, existen un millón 248 mil unidades automotrices de los cuales más de cien mil pertenecen a Victoria. De aquel reducido parque vehicular de las primeras décadas del siglo pasado, sólo quedan recuerdos en imágenes y unos automóviles en colecciones particulares.