Por Oscar Díaz Salazar
Junto a la avalancha de textos reseñando y festejando la deserción de dos diputadas de morena – PT de su bancada, para agregarse y alquilarse en la fracción parlamentaria del PAN, resalta el valor civil de la Diputada Magaly Deandar para decirle de frente al señor Francisco N: «ya deja de molestar a mi familia».
La añeja rivalidad del que fue gobernador constitucional, y que hoy lo es de facto, Francisco García Cabeza de Vaca, con algunos integrantes de la familia Deandar Martínez, viene de tiempo atrás, de la época en que el texano Cabeza de Vaca sintió que ya no necesitaba del patriarca de esta familia, dueño del medio de comunicación impreso más influyente y cabeza de un poderoso grupo político.
El trato de «Tio Beto» que daba Francisco N al señor Heriberto Deandar, quedó atrás a medida que la fortuna, la fama y las relaciones políticas consolidaban una carrera, siempre ascendente y siempre lucrativa, del jefe de la pandilla de la Vaca Salvatrucha.
El reclamo de la Diputada Magaly Deandar es válido y es valiente. Pero la legisladora reynosense debe saber que son muchos los agraviados por Francisco N, y que no debe limitar su actuación a desahogar sus querellas personales o familiares.
Esperamos que esa valentía se traduzca en las iniciativas que sean no sólo valientes, sino también inteligentes, para sacar del gobierno a Francisco N; para denunciar y corregir los abusos policiacos; para cancelar los contratos leoninos que ha suscrito el gobierno de Tamaulipas; para lograr la colaboración del gobierno estatal con el gobierno federal; para derogar las reformas de muy reciente aprobación que quitaron facultades al poder legislativo; para cumplir a cabalidad con la obligación de vigilar y acotar a los otros poderes; para hacer la revisión puntual, oportuna y justa de las cuentas públicas; para hacer las reformas urgentes y necesarias del obsoleto «Código Municipal para el Estado de Tamaulipas»; para corregir el proceso de elección y cancelar los nombramientos de los Magistrados del Poder Judicial del Estado; para dignificar el Poder Legislativo; para lograr por primera vez la independencia del poder legislativo, tanto en la forma como en el fondo; para llevar a cabo las reformas que históricamente han impulsado las fuerzas políticas de izquierda; para hacer valer sus facultades en el tema del presupuesto y re asignar recursos conforme a las prioridades de los gobiernos progresistas; para ser portavoz de las demandas populares; para señalar los errores y omisiones del poder ejecutivo; para impulsar reformas en el muy viciado y corrupto poder judicial; para debatir con argumentos y con pasión; para llamar a cuentas (comparecencia) a los funcionarios del gobierno estatal, para hacer las recomendaciones y reclamos que permitan corregir errores y omisiones; para hacer gestiones en beneficio de sus electores; para dotar al Estado de mejores leyes y reglamentos; para que introduzcan mejores prácticas en la administración pública.
En el excelente discurso que nos ofreció el Diputado Armando Zertuche en la ceremonia inaugural del primer periodo ordinario de sesiones de esta legislatura, el líder de la fracción parlamentaria de morena anunció que «el Congreso del Estado será lo que siempre debió ser…», siendo una oferta modesta, para quienes no conocen el contexto, pero muy ambiciosa, para los que sabemos que el poder legislativo en Tamaulipas nunca ha sido un poder, nunca ha podido ser.
A las palabras de Zertuche Zuani yo agregaría, a manera de corolario, que para poder ser lo que siempre debió ser el Congreso, debe ocurrir lo mismo con sus integrantes, y por eso agrego a mi comentario sobre la diputada Magaly Deandar, que sus electores, -y aquí aprovechó para decir que es estrictamente cierto, porque yo voté por ella-, sus electores esperamos que además de su legítimo y entendible reclamo personal y familiar, sea Diputada.