José Ángel Solorio Martínez
La vida política de José Ramón Leal, hace mucho que finalizó. Él, se mueve como si no fuera así. Sin cargo gubernamental que lo ate, anda libre organizando reuniones y pretende que los servidores de la nación que él sembró por todo el estado para articular una caja de financiamiento -vendieron información por órdenes expresas de él, información política y administrativa al gobierno estatal y a varios municipales- le sigan consultando sobre sus tareas.
Rodolfo González Valderrama, el reemplazo del JR en Tamaulipas, empezó a inhibir -discreta y silenciosamente- esa red de la IV T puesta en manos del panismo regional: los organizadores de los eventos desplegados en el sur del estado, eliminaron del manejo de los programas sociales más relevantes al enlace interinstitucional, Nadia Ochoa Becerra -hija de otro lángara de la IV T que opera en San Fernando- en el sur, ante los múltiples señalamientos y acusaciones que mediante argucias, lucra personalmente con becas, con salarios a jóvenes y apoyos a adultos mayores,
La dama en cuestión, intentó acercarse a la sombra de González Valderrama; no lo logró. Se le soslayó, de los actos dejándola fuera de los oradores. Sin recato alguno, casi a la fuerza tomó el micrófono en Altamira al finalizar la asamblea informativa ante beneficiados y el alcalde, Armando Martinez, se echó un rollo añorando el protagonismo que se le ha ido. Para evitar algún desaguisado, se le dio la palabra.
Luego, se tomó la foto con su nuevo jefe en una evidente actitud de lambisconería; y no se le despegó. Algo pasó al interior de la Super Delegación: en la página de esa dependencia, no aparecen fotos de Ochoa Becerra con González Valderrama.
De otra forma: la primera víctima del aterrizaje de Rodolfo en la comarca, resultó ser JR y sus urdimbres de traición y de pillaje.
El segundo actor sofocado por la llegada de González Valderrama, fue Maky y su vástago, Makito -van dos en uno-. De hecho, resultó un auto-sofocón.
En la coyuntura en donde la ex alcaldesa pretende subirse al proceso de sucesión de MORENA, ambos mostraron el color de sus ambiciones. La matriarca política de los Peña Ortíz, decidió repetir en el Ayuntamiento a cinco de sus Secretarios; la mas importante para ella: Esmeralda Chimal, en la Tesorería. Esta dama, posee varias denuncias de malversación de los fondos públicos, lo que no impidió que en abierto reto al no mentir, robar, no traicionar, se le ratificara en un cargo que a todas luces contraviene la filosofía fundamental del lopezobradorismo.
Otro agravio más del grupo de los Makyitos, resultó la bofetada a los simpatizantes y militancia de la IV T: soslayó de los puestos en la administración municipal a la gente que se rompió sus espaldas para entronizar a Makyito en la Presidencia municipal.
Otro indicio más que los Peña Ortiz, sólo siguen sus personales como metálicos sueños, es la ausencia de compromisos con las políticas de AMLO: en su narrativa -la del Makyito- por ningún lado se encuentran las propuestas de austeridad, de honestidad y de eficacia que sustentan a la IV T.
Hasta el momento, el alcalde de Altamira, Armando Martínez, es el único que se ha abierto públicamente a sumarse a las tareas de la nueva política social que promueve el Super Delegado, González Valderrama. (Se espera que en los próximos días, se adhieran todos los jefes(as) edilicios morenos, algunos priistas y otros panistas).
No parecen preocuparle mucho a doña Maky ni al joven Makyito, los proyectos sociales de AMLO.
Si antes de la toma de posesión de RGV en la Super Delegación, ya eran fiambres JR y Maky, ahora son inertes especies del zoo-mundo -y el submundo- hábilmente tratados por un artesano de la taxidermia.