Francisco Ramos Aguirre
El ritual del jolgorio entre los victorenses durante la pasada centuria, iniciaba cuando aparecía el anuncio de un baile en los periódicos y se propagaba por la ciudad. Ese momento, las damas acudían con la costurera y diseñadora del vestuario para lucir aquella noche. En cambio, los caballeros elegantes adquirían un traje de casimir en la Sastrería Barocio atendida por Maclovio de la Fuente en la calle Juárez. Otro sector femenil de buen ver y mejor vestir, encontraba lo indispensable en los almacenes El Surtidor de Diez y Álvarez y El Porvenir de Pablo Botello.
Un comercio de prestigio era El Famoso 33 de Alberto Abadi probablemente de origen judío, -Hidalgo 71 contiguo al Casino Español- quien ofrecía en el periódico Luz y Verdad: “…ropa hecha y barata…sargas de lana, suéters de lana, sacos de abrigo, gorros para señoras, trajes para niños, vestidos hechos.” Los zapatos se compraban en La Nacional con Apolonio Alcalá Jr. y los sombreros Stetson en la tienda de Abraham Mansour.
En marzo de 1919, bajo los efectos de la Pandemia de Gripa Española La Sociedad Alianza anunció un gran baile para los socios de esa agrupación. En diciembre se celebraron en la ciudad otros dos bailes de etiqueta. El primero de fin de año en el Casino Victorense, con un espléndido buffet a cargo de Salvador Zorrilla. La velada se prolongó hasta las tres de la mañana del siguiente día. El otro fue con motivo del aniversario de la Sociedad Mutualista Alianza Obrera Progresista, con la orquesta de Simón Prado y otros músicos de la Banda del Gobierno. El convite inició a las ocho y media de la noche y concluyó a las dos de la madrugada.
A partir de los años veinte los lugares donde se organizaban rumbosos bailes, eran El Casino Victorense, Salón de Filarmónicos, Salón del Mercado Argüelles, Salón Sámano, Casino Españaol y Teatro Juárez. Mientras tocaba la Orquesta de Escartín y sus Estrellas, los bailadores respiraban aromas de brillantina Glostora, perfumes Jockey Club, Yardley, Chanel y Agua de Rosas. Definitivamente el más popular de todos fue La Alianza que en 1901 abrió sus puertas a todos los sectores sociales. Lo mismo se celebraban en el lugar sin piso de mosaico: jamaicas, kermeses, funciones de cine y bodas. Por tal motivo la directiva presidida por el profesor Adalberto Argüelles, organizó en 1923 bailes para acondicionarlo de un enlosado de pasta colorida que definitivamente elevó la categoría y prestigio del amplio lugar.
Sin relumbrones ni lentejuelas, en La Alianza a ninguno le tocaba bailar con la más fea, porque todas las casaderas eran bonitas y atractivas. A partir de los años treinta, aumentó considerablemente la atracción por dicho entretenimiento. Otro centro de reuniones era el Salón Sámano, donde la Unión de Filarmónicos realizaba bailes cada domingo con asistencia de bellas y gentiles damitas: “…a esta fiesta donde la música, la luz y la juventud imperan. Una magnífica Jazz interpretada por elementos de valía, pertenecientes a la Unión, con selecto repertorio ejecutarán los bailables más en boga haciendo las delicias de las jóvenes parejas que concurren.”
La mesa directiva de la Unión de Filarmónicos con sede en Morelos 9 y 10, estaba integrada por músicos profesionales encabezados por Gilberto Parra -Secretario General-, Victorino Hernández Policarpo Lara, Rafael C. Valero, Bardomiano Velarde, Ramón Balboa y Fidel C. Martínez. Ahí mismo operaba un salón de baile, donde se protagonizaron escándalos y pleitos de consecuencias mortales.
Hubo momentos en los cuales la sana diversión logró salirse de control. En abril de 1945 el periódico El Heraldo de Victoria, publicó señalamientos relacionados con conductas inadecuadas de los asistentes a los bailes de La Alianza. Es muy claro cuando refiere que a ese lugar acudían damas de diferentes esferas sociales, mayoría muy decentes: “…que conviven esos agradables momentos de culto a Tepsícore, sin que se note diferencia ni categoría de clases sociales. Eso quizá ha hecho aún más populares y famosos a estos bailes.”
En La Alianza no existía discriminación, ni restricciones de ninguna naturaleza para ingresar. Ocasionalmente, esta flexibilidad y falta de control motivaron que algunos jóvenes demostraran “…su incultura y de estulticia pues llegan de cometer actos de tan deshonesta apariencia que no podían ser bien vistos ni en centros de menor categoría.” Se refiere a parejas de jóvenes, sentadas cerca de los baños de caballeros y sobre un mesero abusador de la clientela.
Por muchas décadas el Salón Alianza, fue uno de los principales centros sociales de convivencia para quinceañeras, bodas y bailes estudiantiles. En el foro tocaron las mejores orquestas de Victoria y la región. Los ritmos de moda eran el danzón, cha cha cha, mambo, porros y cumbias ejecutados por Los Príncipes del Swing de Antonio Hernández, Victoria de Nacho Zamora, Caballeros Musicales de Rudy Varela, Tampico de Claudio Rosas, Carlos Campos, Los Gatos Negros, Club 45, Luis Alcaraz y Pablo Beltrán Ruiz que enamoraron muchas parejas con sus acordes.
Entre los años cuarenta y cincuenta, surgieron otros escenarios para todos los gustos de los bailadores, predominando la música norteña. Por ejemplo, Sociedad Mutualista de la Colonia Mainero, Casino Ganadero, Terraza Santa Cecilia, Sindicato de Meseros, Unión de Comerciantes en Pequeño, Casino de Tamatán, Terraza Rancho Bonito y El Peñón. En este lugar actuaron Los Churumbeles de España con el cantante Juan Legido, quien rodeado de mujeres victorenses y la candidata a reina Gloria Alvarado Villarreal, aquella noche memorable interpretó El Gitano Señorón, La Leyenda del Beso, Doce Cascabeles y bailó sin parar varios ritmos peninsulares.
En 1953 se presentó en La Alianza la Orquesta Casino de Monterrey de don Alejandro Luna. El precio de entrada para damas y caballeros era 1 peso, distintivo 10 pesos y mesa 5 pesos. Otra costumbre, se relaciona con el -20 de noviembre y 15 de septiembre- y otras efemérides. Al final de esos días las autoridades programaban bailes en plena calle y plazas Hidalgo, Juárez y Primero de Mayo.
El recién estrenado palacio de gobierno, contaba con un Salón de Recepciones habilitado como pista. En 1954 se realizó un baile de halloween o “Noche en el Mundo de los Muertos,” en beneficio de la Cruz Roja y su candidata a reina Lucha Treviño. Fue amenizado por las orquestas Chachos Inn de Reynosa, dirigida por el pianista Jesús Rodríguez y Los Príncipes del Swing. En sus respectivas fechas, todo el año los victorenses celebraban bailes de Linterna, Blanco y Negro, Los Algodones y Carnaval.
Muchos sobrevivientes de esa época, recuerdan los bailes rancheros de los Salones Alianza como aquel durante el gobierno de Raúl Gárate en beneficio de la Casa de la Amiga Obrera. A media noche los músicos hicieron una pausa, mientras un locutor llamó al foro al jurado calificador y la primera dama Herlinda Caballero de Gárate, para la entrega de un premio otorgado a una de las asistentes quien portaba el vestido ranchero más atractivo. En la parte gastronómica se ofrecían platillos típicos de enchiladas, mole poblano, chiles rellenos, tamales y cabrito.
Desde tiempos ancestrales, los victorenses se mostraron adictos el baile porque formaba parte del entretenimiento masivo, que terminó por afianzarse a la cultura musical y vida cotidiana. En la conformación de este proceso, la radio jugó un papel determinante; igual la industria discográfica, bandas musicales y varias generaciones de filarmónicos creadores de conjuntos y grupos.
Inolvidables fueron los bailes estudiantiles de fin de cursos promovidos por las normales Federalizada, Rural de Tamatán y Escuela Industrial Álvaro Obregón. El Dancing victorense, representa un valioso tema de estudio a través de archivos, libros y hemerotecas. Hablamos del mitote prehispánico y danzas rituales de los indios maratínes, consignadas por fray Vicente de Santamaría. Debemos incluir en la investigación los guitarreros ejecutores de ensaladillas; los primeros actos culturales del período colonial escandoniano; las bandas de música del porfiriato y bailes populares de vals, redova, chotis, polka y son huasteco. Desde luego hacer referencia a los tiempos modernos y nuevos ritmos que hicieron mover los pies de varias generaciones.