Francisco Ramos Aguirre
Cronista de Victoria
En 1871, dos noticias llamaron la atención de los victorenses. La primera mencionaba el hallazgo de una colonia de gusanos de seda en las alturas de la Sierra Madre Oriental. La segunda refería la llegada de Ignacio Montes de Oca y Obregón, primer obispo de Tamaulipas. Este presbítero tenía treintaiún años de edad y era de origen aristócrata, alto, rubicundo, políglota, ex capellán de Maximiliano y escritor de enormes prendas intelectuales.
Los enemigos de la iglesia católica, lo apodaban “El Obispo Piedrotas” porque sobre su vestimenta traía gruesas cadenas de oro y una cruz de esmeraldas, topacios y rubíes. En cambio, para quienes admiraban sus dotes literarios y aportaciones al estudio de los clásicos griegos, era conocido como Ipandro Acaico. Cuando el general “Orejón” Mariano Escobedo héroe de la Guerra de Intervención Francesa, se enteró sobre el fundador de la Diócesis con sede en Victoria, expresó irónicamente: “Es mucho Obispo para Tamaulipas.”
Una vez instalado en la casa parroquial, a finales de agosto del año mencionado, Montes de Oca realizó una visita pastoral en varios lugares de la entidad. Como lo indica el manuscrito localizado por el sacerdote Juan Carlos López en el archivo de la Basílica de Nuestra Señora del Refugio, la primera etapa del recorrido fue Padilla, Jiménez y Croix -Villa de Casas- donde asignó a un párroco para atender la feligresía. En Victoria supervisó el estado de la pila bautismal, sacristía, puerta de la iglesia y conoció las precarias condiciones del templo. Luego celebró misa y absolvió: “… a los fieles difuntos y cumplió al pie de la letra con cuanto manda el ceremonial.”
El descuido físico de parroquia, donde alguna ocasión despachó Miguel Ramos Arizpe, era lamentable porque se trataba de la sede diocesana de Tamaulipas. Esto impactó al oriundo de Guanajuato de buena estirpe, descendiente de una familia dueña de la Mina La Valenciana que lo educó en el buen gusto y cultura. Por ello, al observar el sagrario sin oro, sucio y elementales decoraciones decidió poner orden. Para colmo, el bautisterio estaba confiscado por el gobierno, debido a las Leyes de Reforma.
Al fondo de uno de los corredores estaba la pila bautismal , mientras los Santos Óleos del santísimo sacramento permanecían guardados en una alacena sucia. La crónica dice que al observar detenidamente los altares, encontró que no tenían los tres horcones, según: “…mandan los sagrados ritos, y en esta y otras ocasiones tuvo lugar de observar que no ponían absolutamente cuidado al color del frontal o palia, hasta el grado de haberse puesto una vez frontal verde para una misa que se celebraba de color blanco. Las aras de todos los altares carecen de reliquias y muchos no tenían la menor señal de consagración. Los ornamentos los encontró el Señor Obispo…en el estado más lamentable….”
En fin, la construcción de la iglesia del Refugio era modesta y sin estar a la autora de la capital de Tamaulipas. Bajo estas circunstancias, Montes de Oca expresó su preocupación y decidió reanudar los trabajos interrumpidos y ampliarla bajo la dirección de un arquitecto: “…y con las modificaciones proyectadas por el ilustrísimo Señor Obispo llegará a ser una catedral digna de México. Las campanas requieren algunas composturas, otro tanto debe decirse del órgano.”
Mientras recorría la escuela elemental para niños dirigida por un sacerdote, donde estudiaban latinidad y otras materias, anunció el establecimiento de planteles educativos, para fomentar la ilustración de los victorenses y habitantes de otras villas. Bajo el lema: “Antes Escuelas que Parroquias” prometió abrir otra escuela gratuita. Luego se dirigió a la escuela de niños, dirigida por Doña Manuela Sevilla. Al paso del tiempo, ese lugar fue sede del Instituto Científico y Literario, creado por Luis Puebla y Cuadra.
Montes de Oca quedó: “…altamente satisfecho y sintió mucho que no haya una escuela de niños pobres en esta capital. No visitó el cementerio ni la cárcel por las circunstancias actuales en que se ha quitado toda injerencia sobre el primero y no sería prudente querer recobrarla en la segunda.” Algo que lo inquietó, fue la carencia de un hospital en Victoria, indispensable para las epidemias de Fiebre Amarilla, Cólera, Viruela Negra y otras calenturas que representaban un riesgo. Para ello platicó con el Presidente del Ayuntamiento a quien le planteó crear uno “…pero la misma palabra de la iglesia hará que no pueda materializarse pronto su buen deseo.” Años después, la idea fue cristalizada por el gobernador Alejandro Prieto.
A finales de agosto llegó a Güemes y Padilla, donde encontró las parroquias destruidas, sin techo ni altares adecuados para celebrar misa. Por tal motivo, instruyó al sacristán que los vasos sagrados y ornamentos destruidos, fueran trasportados a Victoria y depositaran en un lugar seguro. “El día 31 de Agosto emprendió su ilustrísimo y reverendísimo personalmente la visita a Croix en cuya jurisdicción permaneció hasta el día nueve de septiembre. La misma villa está destruida a tal grado que las campanas de la que fue iglesia penden de unos troncos de árbol y del templo no queda más que la parte de las paredes exteriores exitándo su ilustrísima a los vecinos a reedificarlo, ofreciéndose a contribuir él mismo para esta buena obra donde se supone que se haya actualmente la cabecera del curato, es en la hacienda de San Francisco.”
Ahí encontró una capilla de bóveda construida por el hacendado Don Juan Rafael Menéndez y Quintero, donde se concentraron imágenes y objetos sagrados de Croix con excepción de la custodia y el incensario que estaban en Victoria. Reporta que los libros de Victoria y Croix fueron revisados, mientras los de Padilla y Güémes fueron destruidos por las inundaciones provocadas por los huracanes.
El 17 de septiembre consagró solemnemente en la catedral de Victoria, cinco ceras de alabastro del pulpito, colocando en ellas reliquias de San Lorenzo y San Víctor. Montes de Oca platicó con el cura Don Marciano Cruz, sobre sus actividades pastorales y se mostró satisfecho sobre su actitud “…dicho señor cura teniendo que hacerle solamente las observaciones que más abajo se hace las predicaciones no se hacen con la frecuencia que debería, los domingos no hay los ejercicios de predicar;…. no se excita suficientemente la devoción del pueblo, no existe la hermandad de la vela perpetua, ni ninguna cofradía o asociaciones. Las parroquias de Padilla, Güemes y Croix, no las visita a menudo el señor cura por no dejar desamparada a Victoria. Se visitaron así mismo las haciendas de dicho señor cura y del presbítero don Gerónimo Villarreal.”
Ese día instaló la Sociedad Católica de Señoras, y les dijo que fundaría una escuela gratuita de niñas, con enseñanza de la doctrina cristiana. Además, formó una comisión para el cuidado, la conservación y aseo de las ornamentas e imágenes sacras. Sin descuidar el resto del territorio diocesano, decidió concentrar sus esfuerzos en la catedral y curia de Victoria y promulgó con el Vicario Pascual Izaguirre lo siguiente decreto del cual consignamos un fragmento:
I.- El sacramento de la penitencia, aunque sea a los enfermos a largas distancias, adminístrese siempre con sotana por lo mismo y nunca se escuchen las confesiones de mujeres después de puesto el sol.
II.- Cuide el párroco que el sagrado viatico se administre a todos los que sea posible, sujetándose a modo de llevarlos por las calles a las circunstancias y a las medidas que dicte la prudencia.
III.- Tenga cuidado el párroco de llevar cuenta exacta de los que cumplen con el precepto de la comunión pascual, y de informar de ello en el tiempo debido al gobierno eclesiástico.
IV.- Todos los domingos y días festivos sin excusa ni preexto, predique el párroco al pueblo… en la tarde explique el catecismo ayudado de las señoras de la Sociedad Católica; exponga un rato el santísimo sacramento, rezando el rosario con el pueblo, haciendo que se cante la letanía y el Tantum Ergo, antes de dar la bendición.
V.- La misa mayor sea siempre cantada los domingos y días de fiestas, celébrese una misa temprano…
VI.- Crecentare la devoción del pueblo con solemnes novenarios y triduos a las principales fiestas de acuerdo con las señoras de la Sociedad Católica establecida el señor cura párroco la devoción del mes de María. Celebre solemnemente por lo menos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, de Santa Rosa de Lima patrona de la América…
VII.- Atenga de toda preferencia el señor cura al culto de la pro-catedral y a la administración de los sacramentos en Victoria…
VIII.- Habiendo ya aras consagradas de ninguna manera celebre el santo sacrificio sobre atrios que no lo están…
IX.- Cuide mucho del aseo del sagrario. Los Santos Óleos guárdense siempre en la alacena correspondiente…con suma limpieza.
X.- De acuerdo con las señoras de la Sociedad Católica tenga cuidado de que los ornamentos de la iglesia se conserven en buen estado…
XI.- El ultimo de cada mes enviará el señor cura al gobierno eclesiástico, un estado de los ingresos…
Este valioso documento histórico, no sólo contribuye a entender la cuestión eclesiástica en esa época, sino también el escenario social y liberalismo que a los pocos años de promulgarse las Leyes de Reforma prevalecía en Victoria. Vale decir que el canónigo realizó una labor importantísima no sólo en cuanto a su presencia pastoral religiosa, sino también en el ámbito educativo, arquitectónico y social.