Por Beto Arredondo
En Tamaulipas, 98 de cada 100 ciudadanas y ciudadanos que salieron a ejercer su derecho a opinar para enjuiciar a los ex presidentes dieron el sí este domingo primero de agosto. Fueron en total 178 mil 254 electores en nuestro Estado.
Algunos de los que fueron parte del ejercicio de democracia participativa pareciera que tienen una resaca cívica que tiene varias lecturas.
En primer lugar, llama nuestra atención el nivel de participación ciudadana en toda la república, con una estimación de casi 7 millones de personas “No es mucho, ni es poco, es bastante” diría el maestro Jaime Sabines, es más que toda la población de Panamá, Uruguay, Noruega o Finlandia, solo para dimensionar y hacer una analogía de lo ocurrido el domingo.
Los medios, muchos de ellos que fueron parte del saqueo PRIANista, dedican grandes cantidades de energías en deslegitimar y minimizar la participación de los que fueron a opinar, y en subrayar que la meta del 40 por ciento de la participación no se logró
En las democracias se puede avanzar mucho o poco, lo verdaderamente prioritario es no dejar de avanzar. Los ciudadanos que se apropiaron del Artículo 35, fracción Vlll, donde se manifiesta el derecho a votar en las consultas populares sobre temas de trascendencia nacional, mandaron un mensaje claro contra la impunidad, aunque el Presidente de la República no haya sido partícipe de este referéndum, acción que está por demás decir, no comparto.
Otros, con su silencio y desinterés mandaron señales de indiferencia, complicidad o simplemente no estuvieron de acuerdo con la pregunta poco clara que la SCJN formuló para este mecanismo de participación ciudadana, cada uno sabe el mensaje que remitió.
La realidad es que no se puede ser partidarios de archivar los expedientes de los actores políticos del pasado.
En una segunda lectura, destaco la parte técnica y operativa de la consulta: los pobladores de municipios rurales tamaulipecos como San Fernando, Llera, Bustamante, Tula y Xicoténcatl por nombrar algunos, donde las mesas receptoras fueron instaladas entre 25 a 40 kilómetros de distancia del domicilio de los electores, con lo que se dificultó el traslado a las mesas receptoras.
En Reynosa, Matamoros, Nuevo Laredo, Río Bravo, y la zona petrolífera de Tampico el panorama no fue distinto, ciudadanos reportaron el extravío de sus mesas; en otros casos, se ubicaban a distancia que en taxi implicarían costos de 400 pesos en un viaje de ida y vuelta, simplemente inviable para las economías de muchas familias.
Haga esta ecuación con Veracruz, Oaxaca, Guerreo y el resto de los Estados, saque conclusiones y pensemos si repercutió o no.
La realidad es que se instalaron 57 mil mesas receptoras para atender 93. 5 millones de ciudadanos en la lista nominal, muy lejos de las 162 mil 896 casillas instaladas en las pasadas elecciones del 6 junio, lo que representa el 34.99 por ciento, esto en palabras de vocales y funcionarios del INE. Quien diga que todas estas variables no restan, no está enterado de los mecanismos históricamente utilizados para desalentar la democracia participativa en México.
Como tercera lectura, pareciera que nuestro país no tiene tres poderes, sino cuatro; Ejecutivo, Legislativo, Judicial y ahora el Electoral.
El (INE) es el instituto electoral más caro del planeta, sí, leyó usted bien, del planeta. Tiene un recinto único en el mundo, que no poseen otras democracias europeas, ni la estadunidense, su consejero presidente Lorenzo Córdova Vianello, ha demostrado ser la mayor oposición al gobierno en turno, era difícil imaginar que haría las acciones pertinentes para propiciar la participación ciudadana que comprometa a los actores políticos del pasado de los cuales, le debe el cargo al gobierno de Enrique Peña Nieto.
Lo que muchos pueden catalogar como un fracaso, es en realidad un progreso que muestra la madurez del electorado que evidencia su apoyo o descontento a la consulta popular.
Quienes retomen este acontecimiento para sacar lecturas que apoyen el discurso de la caída del gobierno de Andrés Manuel, como de costumbre, pecan de confiados y no de prevenidos.
Ese 7 por ciento de participación que se puede interpretar como cerca de 7 millones de ciudadanos, en su gran mayoría son afines al discurso obradorista, y sigue siendo superior a los votos recibidos por el PRI, PAN y PRD ¡juntos! En las pasadas elecciones del 6 de junio, guardando las proporciones, pero no es un dato menor.
A la oposición desarticulada, y sedienta de triunfos les digo: sean cuidadosos con las interpretaciones que le den a lo ocurrido el día de ayer. Decía un famoso filosofo que “una persona inteligente se recupera pronto de la adversidad, pero uno mediocre, jamás se recupera de un éxito”.