–Tiré ese vestido junto con las sandalias que llevabas puestas, me recordaban la angustia que viví. Y mi madre me narró otra vez el episodio que recordaba, cada vez que miraba esa foto.
Hacía poco más de un año que la familia que formábamos mis papás y yo, había empezado a crecer. Al enviudar mi abuela Paquita, ella y su hermana, la tía Elvira, llegaron a vivir con nosotros; hacía seis meses que había nacido mi hermana Pilar.
Mis papás se quisieron regalar una tarde y fueron a visitar a mi tío Hero, caminaron la distancia que separaba a nuestra casa del edificio del periódico Excélsior.
Yo tenía casi cuatro años, faltaban dos o tres semanas para mi cumpleaños. Mi abuela cuidaba a la bebé y mi nana Gudelia, a mí.
Estábamos en la azotea del edificio de departamentos donde vivíamos. Gudelia vivía con su esposo y con Yolanda, su hija, que era de mi edad, en uno de los cuartos de servicio.
Oí el campaneo del carrito de las paletas heladas y dije que quería una; Gudelia me pidió que la esperara mientras iba por dinero.
Yo, impaciente, subí a un barandal tratando de ver al paletero, no recuerdo más,… caí de 5 m de altura, sobre un escalón de piedra.
Mamá recordaba la escena: cuando papá y ella llegaban muy contentos, tras haber visitado a su amigo; habían caminado, tomados de la mano y mirando la luna, no sabían lo que les esperaba… la ambulancia se estacionó frente al edificio; en ese momento se enteraron de mi accidente.
En el trayecto al hospital, recuerdo que desperté y me di cuenta que íbamos con la sirena prendida, en ese momento comenté: “les voy a contar a mis primos qué bonito se siente ir en la cruz roja”.
Estuve ocho horas inconsciente, fue el día que se vino abajo una gradería en el Parque Asturias (antiguo parque de futbol), los heridos fueron trasladados al hospital de la Cruz Roja; por lo tanto, no había camas disponibles y me tuvieron en la camilla, en un corredor del hospital. El diagnóstico, tras la toma de radiografías: fractura de cráneo (frontal, parietal y occipital).
Toda la familia se movilizó y mi tía Selene consiguió la responsiva médica para tramitar mi traslado al hospital de traumatología del IMSS… Diez días internada, con bolsa de hielo en la cabeza.
Mi angustiada madre me hacía pruebas, tronando sus dedos, para saber si oía bien o haciendo que siguiera con mis ojos, su dedo.
Me llevó mi cuento preferido, La Gatita Feliz, y me pidió que se lo contara, para saber si lo recordaba.