Clara García Sáenz
El 13 de agosto, día de San Hipólito, es una fecha que para la mayoría de los mexicanos pasa desapercibida, las efemérides de nuestra historia de bronce no lo incluyen como fecha memorable para ser recordada, sino al contrario, aparece como una fecha oprobiosa que debe ser enterrarse en el olvido.
Ese día pero de 1521 cayó la Gran Tenochtitlan, finalmente Cuauhtémoc el emperador mexica se rindió ante el asedio de Hernán Cortés para evitar que el pueblo sufriera más hambre y sucumbiera a la viruela.
Después de la huida de los españoles de Tenochtitlan un mes julio de 1520, en aquel pasaje de la noche triste, Cortés y sus hombres se replegaron a Tlaxcala para reunir fuerzas con sus aliados y preparar una contra ofensiva que pudiera derrotar a los mexicas.
Tardaron más de un año preparando el ataque, se construyeron embarcaciones que, desde el lago de Texcoco, asediaron día y noche la ciudad durante dos meses, cortando los suministros de alimentos y agua.
La rendición de Cuauhtémoc significó, el triunfo de los conquistadores y sus aliados sobre el imperio con mayor influencia en una gran extensión de Mesoamérica. Significó tomar las riendas de un poder que no sólo representaba obediencia sino la posibilidad de poder continuar la exploración y apropiación de un territorio del cual nadie en ese momento imaginaba.
Aunque Hernán Cortés encabezó el triunfo, no se debe perder de vista que los españoles que participaron en la contienda sólo era un puñado –se calculan menos de 500- y más de 1000 tlaxcaltecas, es decir, la lucha fue entre naciones indígenas rivales.
A la toma de Tenochtitlan se erigió una ermita a San Hipólito para recordar a los caídos en la batalla, pero a fines del siglo XVII se concluyó la construcción del templo que se encuentra ubicado en el cruce de Reforma y avenida Hidalgo en la Ciudad de México.
Durante la época del virreinato se festejaba el día de San Hipólito con gran pompa, adornando las calles y celebrando misa solemne en esta iglesia a la que asistía el virrey y todos los funcionarios principales de la Nueva España recordando el triunfo de Cortés sobre los mexicas.
En Tlatelolco existe una placa que recuerda esa fecha: “El 13 de agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtémoc, cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés; no fue triunfo ni derrota, fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.
Esta afirmación, abre la posibilidad de una reconciliación con la historia de nuestra segunda raíz, la española, para recordar el día del nacimiento de la nación mestiza; fecha que debe incluirse como una efeméride importante que nos da identidad.
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