Francisco Ramos Aguirre
La historia del teatro en Ciudad Victoria es una caja de sorpresas. A finales del siglo XIX, los empresarios teatrales extranjeros comprendieron que Tampico y Monterrey, eran las mejores plazas del noreste mexicano. En cambio la capital tamaulipeca, se benefició indirectamente de las giras artísticas itinerantes, a pesar de no tener un espacio adecuado para las actuaciones dramáticas, circos, zarzuelas y otros espectáculos. Gracias al tránsito obligado de numerosas compañías por este territorio, sus promotores decidieron integrarla a su cartelera con buenos resultados.
El auge del ferrocarril como transporte de carga y pasajeros, no sólo reactivó la economía regional y el comercio, sino también generó un ambiente propicio para la diversión del cual los victorenses estuvieron privados durante muchos años. Vale recordar que en esta población existía una colonia de italianos y españoles ilustrados, dueños de haciendas y comercios.
Probablemente el primer edificio público donde se escenificaron obras teatrales, fue el Salón Minerva colindante al oriente de la Catedral de Nuestra Señora del Refugio. Consistía en: «…una casa ubicada en la esquina S.O formada por las calles de Morelos y Chiapas que consta de cuatro piezas por la calle de Morelos, tres por la de Chiapas y tres interiores por el mismo lado, teniendo un pasillo interior por cada calle, su construcción es antigua, tiene la expresada casa una extensión de 888:00 m. 70 centímetros. El expresado Salón Minerva es un jacalón de material y lámina, que tiene un frente de 24.75 mts.» Dicho inmueble fue construido por el obispo Eduardo Sánchez Camacho y se localizaba enfrente de la Plaza del Mercado, para uso educativo, ceremonias cívicas y artísticas.
Durante muchos años, las actividades culturales estuvieron presentes gracias a la organización de diversas funciones en espacios acondicionados en casas particulares de aquella época. Para entonces un grupo de entusiastas victorenses, crearon varias asociaciones promotoras de la cultura, entre ellas la Sociedad Filantrópica de Mejoras Materiales e Instrucción Pública Juan José de la Garza (1894), personaje liberal de la Guerra de Intervención Francesa.
Para obtener algunos recursos económicos, indispensables para realizar obras de beneficio común, los promotores organizaron la noche del segundo domingo de septiembre de ese año, la puesta en escena una obra de teatro que despertó el interés de los espectadores, quienes acudieron al Salón Miverva: «El drama en tres actos y en verso, escrito por don Francisco Arroyo de Anda y don Antonio Zaragoza, titulado El Verdugo escrita en 1888, y como última pieza la chispeante obrita El que Nace Para Ochavo -Pelayo del Castillo-.»
Igual ese mismo mes y en el mismo lugar, se realizó una ceremonia oficial para la entrega de premios a los alumnos de las escuelas primarias de la localidad. Mientras en un solemne acto, los estudiantes del Instituto Literario recibieron jubilosos los títulos que los acreditaban Profesores de Instrucción Primaria. De esta manera, las mujeres normalistas que lograron dicho certificado, fueron adscritas a la Escuela No. 2 de Niñas. (El Universal /9/20/1894).
Otra de las actuaciones memorables del arte dramático, sucedió en noviembre de 1894 donde participó la Compañía Teatral de Aficionados dirigida por el doctor Luis G. Jakes conocido profesionista de la localidad: «Representaron últimamente De Mala Razón y Para una Modista un Sastre, tomando parte en la representación la Sra. Belmonte y la Sritas. María Guevara y Concepción Martínez, damas distinguidas de aquella sociedad.» (Diario del Hogar/14 de noviembre/1894). Las funciones continuaron, a pesar de las epidemias de vómito o fiebre amarilla que azotaron a Tamaulipas en esos años. Tan sólo entre julio y agosto de 1898, las defunciones en Ciudad Victoria ascendieron a 142, sin considerar las ocurridas en los poblados aledaños.
Respecto a la Velada Artística-Musical del 8 de mayo de 1896, organizada en el Salón Minerva por Martín Betancourt en honor al gobernador Guadalupe Mainero, existe una larga crónica que consigna el periódico El Progresista: «A las ocho y media de la noche comenzó la fiesta con una numerosa concurrencia, pues el salón estaba literalmente lleno…los alumnos del Instituto ejecutaron el coro de introducción, alcanza do muchos aplausos. Las niñas Rosa y Concepción Villarreal y Laura Pier, recogieron merecidos aplausos por la gracia en que representaron la comedia infantil La Cenicienta. Las dos Muñecas, monólogo de Juan de Dios Peza la recitó con mucha desenvoltura y mucha gracia y donaire, la simpática niña Concepción González que mereció por ello nutridos aplauso. La gran jota de la zarzuela Las Nueve de la Noche, se ejecutó los las alumnas de la Escuela No. 2 y los alumnos del Instituto, desempeñando la parte de baile un par de niños. Mereció grandes aplausos la ejecución de esa pieza.»
La función donde estuvieron presentes el ingeniero Luis Puebla y Cuadra, Carlos Passemet, Ernesto de Kératry, entre otras personalidades concluyó a las once de la noche y resultó exitosa. «Dejando profunda huella en el ánimo que hará eterno su recuerdo…de manera más honda en los que tienen grandes esperanzas en lo porvenir.» Definitivamente la recreación de la crónica consignada por el poeta Juan B. Tijerina, nos ayuda a la reconstrucción del pasado teatral en Victoria para trasladarlo al presente.
A finales de noviembre de 1899, luego de su paso por Linares, Nuevo León se anunció la presencia de la Agencia Teatral Artística de Inocencio Arriola, con la puesta en escena de las clásicas obras infantiles de Austri Palacios. Entre ellas las piezas españolas: La Fiesta de San Antón, Gran Vía y Los Cocineros. En 1909, los bienes de la iglesia católica, entre ellos el Salón Minerva, el Asilo Vicentino y los colegios Guadalupe para niñas y varones, estaban en manos del apoderado legal Silvestre C. de León.