Pasado y Presente
Pedro Alonso Pérez
Más allá del lugar común – repetido en estos días como subterfugio o evasión – de que en política nunca se gana todo ni se pierde todo, o dicho de otra forma, que las victorias y derrotas son relativas, y no duran para siempre; es necesario registrar y valorar adecuadamente los resultados electorales de 2021 como acontecimiento histórico en Tamaulipas.
No es ocioso plantearse un cuestionamiento simple: ¿Quién ganó y quién perdió en estas elecciones? Pues las respuestas perfilan el análisis social y político, dimensionando la recomposición del escenario tamaulipeco.
Emerge nueva mayoría
A la luz de los datos hasta el momento disponibles, puede concluirse que Morena y la coalición “Juntos Hacemos Historia” fueron los ganadores en toda la línea. A pesar de ser partido muy reciente, Morena obtuvo 550 mil votos, y superó a los partidos tradicionales, PRI que logró 133 mil, y PAN que casi llegó a los 518 mil votos, de acuerdo con los comicios de diputados de representación proporcional, números estatales que sirven para efectos de registro electoral, prerrogativas y asignación de curules. Del resto de partidos hay menos que decir.
Siendo el partido más votado, Morena ganó además 9 ayuntamientos de los 43 que integran Tamaulipas. Podría pensarse que son pocos al considerar en su conjunto la división municipal, pero en esos municipios morenistas encontramos 7 de las 10 ciudades más grandes en una entidad mayoritariamente urbana. Tamaulipas tiene poco más de tres millones y medio de habitantes, distribuidos en 63 localidades urbanas y 13, 557 rurales; aquí resalta un sistema de ciudades que concentra la gran mayoría de la población tamaulipeca en los principales centros urbanos: Nuevo Laredo, Reynosa, Rio Bravo, Valle Hermoso y Matamoros en el norte, Ciudad Victoria en el centro, y Ciudad Mante, Altamira, Ciudad Madero y Tampico en el sur.
Además, cuentan otras ciudades medias y chicas que completan ese concentrado urbano. Así, el 90 % de los tamaulipecos vive en localidades mayores de 2,500 habitantes, y en aquellas 10 ciudades se ubica el 86% del total de población. Habiendo ganado Nuevo Laredo, Reynosa, Rio Bravo, Matamoros, Ciudad Victoria, Altamira, Madero, Díaz Ordaz y Soto la Marina, Morena gobernará alrededor de dos millones y medio de personas, más del 70% de los tamaulipecos, lo cual muestra la importancia de esos triunfos electorales.
Aunado a la implantación territorial que ahora tiene el movimiento por la llamada cuarta transformación, considerando los resultados municipales, conviene poner de relieve también el panorama de cifras que modifican la composición del poder legislativo tamaulipeco. De 22 distritos locales de mayoría relativa, Morena ganó 16 que junto a los 5 diputados asignados por representación proporcional, sumarán 21 en un Congreso Local de 36 diputados en total por ambos principios. Con esta mayoría legislativa de Morena se configura en la entidad una era política inédita: la del gobierno dividido. Cuando un partido ejerce el poder ejecutivo, pero otro partido o fuerza política distinta cogobierna desde el poder legislativo.
En síntesis, Morena antes gobernaba 4 municipios, ahora subió a 9, pasando de gobernar en ese nivel alrededor de 800 mil personas a más de dos millones y medio a partir de octubre próximo. En cuanto a diputados, solo tenía 1 de 22 de mayoría, ahora tendrá 16; y en total por ambos principios tenía 10 curules, ahora tendrá 21. Y en esta elección federal intermedia, de 9 distritos en disputa ganó 6, dos terceras partes de los diputados federales tamaulipecos. Nadie podría regatearle a Morena estos triunfos político-electorales.
La derrota es huérfana
Estudiar los resultados electorales en las 10 ciudades tamaulipecas más grandes permite observar claramente la magnitud de victorias y derrotas. Utilizo para ello un cuadro comparativo 2018-2021 con cifras electorales de estas zonas urbanas, elaborado por Juan Carlos López Aceves basado en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP).
Dejando de lado el ascenso de Morena que subió su votación y porcentaje electoral de 29.80 % en 2018 a 44. 22 en 2021; lo que llama más la atención es la caída de PRI y PAN en dichos centros urbanos. Los números relativos del PAN no reflejan a simple vista el tamaño de la pérdida, aunque bajó de 40.14% a 36.53, pero sí su cantidad de votos, que descendió de 547,328 obtenidos en 2018 a 406,587 en 2021. En tres años el PAN perdió más de 140 mil electores en estas ciudades. No obstante, este partido que gobierna la entidad desde 2016, continuará con la mayoría del territorio municipal, tendrá 29 ayuntamientos – solo 3 de los grandes: Tampico, Mante y Valle Hermoso – pero retrocede, al gobernar ahora a nivel municipal alrededor del 27% de los tamaulipecos. Y de 22 diputados locales bajará a 12, perdiendo el control de la nueva legislatura.
Por su lado, el PRI manifiesta una verdadera debacle electoral en el área analizada: en 2018 aún era un partido competitivo con 309,664 votos y un porcentaje electoral de 22.71, si bien ya había caído entonces al tercer lugar; pero en 2021 apenas obtuvo 84,777 votos, es decir casi 225 mil votos menos que tres años atrás, cayendo también su porcentaje a 7.62 o sea 15 puntos menos de los que tenía en 2018. Este partido no ganó ningún diputado de mayoría igual que en la elección pasada de 2019, y perdió ahora uno de tres diputados plurinominales que tenía. El PRI también perdió 50% de municipios gobernados, tenía solo 8 y ahora contará apenas con 4: Abasolo, Güemez, Guerrero y Jiménez. Arrinconado en áreas rurales, gobernará en esos municipios a menos de 40 mil tamaulipecos, después de haber sido hegemónico en Tamaulipas, desde su fundación como PRI en 1946 hasta 2016.
Acontecimientos históricos y alternancia política
La historia de la difícil transformación política de Tamaulipas en el S. XX registra varios acontecimientos significativos. El primero, en la posrevolución, cuando Emilio Portes Gil funda el Partido Socialista Fronterizo (PSF) en 1924 e inicia con su gobierno en 1925, un largo periodo de hegemonía política conocido como la era portesgilista. Otro acontecimiento histórico trascendente ocurre en 1947 siendo presidente Miguel Alemán, cuando la Comisión Permanente del Congreso de la Unión declara desaparecidos los poderes públicos en Tamaulipas y nombra gobernador sustituto al general Raúl Garate Leglú.
Iniciaba así el desmantelamiento del portesgilismo, y la instalación en la entidad del sistema político mexicano, caracterizado según Daniel Cosío Villegas, por la dominación política del PRI y la figura omnipotente del presidencialismo. Instaurado de forma cruenta, el régimen autoritario priísta duraría en Tamaulipas más de 75 años, hasta que en 2016 ocurrió otro acontecimiento memorable: la victoria electoral del PAN, que se benefició del hartazgo ciudadano con aquel régimen y empujaba al estado a la alternancia política con Francisco García Cabeza de Vaca electo gobernador.
Pero la alternancia política ya tenía su historia en la entidad. Aún sin conocerse el concepto, apareció por primera vez en Tampico en 1971, cuando un ex alcalde portesgilista de los años 40, Fernando San Pedro apodado “El Pich”, postulado por el Partido Popular Socialista (PPS) ganó la elección municipal. Fue la primera derrota del PRI en un ayuntamiento tamaulipeco, luego vinieron otros triunfos de la oposición, como el de Carlos Cantú Rosas en Nuevo Laredo 1974 y muchos otros después, algunos que incluso costaron sangre y muertos. Tuvieron que pasar 45 años para que la alternancia política llegara al gobierno del estado, fue en 2016 – como dijimos – cuando el PRI perdió la elección frente al PAN en otro acontecimiento histórico.
El presente histórico, el tiempo que vivimos, tiene su origen en aquel pasado. Pero también su propio espesor y profundidad porque está compuesto de varias temporalidades. Reúne en su “espacio de experiencia” al menos un pasado-pasado y un pasado-presente. Por eso resulta interesante el estudio de este acontecimiento político-electoral desde la perspectiva histórica, desde la historia del tiempo presente. El triunfo electoral de Morena fue propiciado, entre otras cuestiones, por dos factores objetivos innegables: el amplio rechazo ciudadano al gobierno panista, a la conducta del gobernador, y el respaldo social al presidente López Obrador.
Estos elementos gravitaron y lo seguirán haciendo en el presente de la política tamaulipeca. Esta victoria de Morena no inaugura la alternancia política, pero si posibilita correrla hacia la izquierda en una entidad caracterizada como conservadora en las últimas décadas. Por lo pronto, dicho acontecimiento abrió nuevo ciclo en la historia política de Tamaulipas. No solo la era de los gobiernos divididos queda abierta en la entidad – con un Congreso Local de mayoría morenista – también cierra la corta etapa de dominación panista, al menos en su versión “cabecista”, con las principales ciudades y la mayoría de tamaulipecos bajo gobiernos municipales de Morena. Así, la próxima elección de gobernador se realizará en estas nuevas condiciones generadas por aquel acontecimiento histórico. Y antes deberá cerrarse también, en uno u otro sentido, el expediente abierto del desafuero…