Clara García Sáenz
Durante 45 días de bombardeos electorales, vi pasar por mi cuadra a la más diversa fauna de candidatos pidiendo el voto, algunos muy estridentes, otros con contingentes muy amplios o en caravanas automovilísticas. Para mi buena y mala suerte, todos los que venían a la colonia se paraban frente a mi casa por ser un punto estratégico en la entrada, aquí se reunían con sus acompañantes, se ponían de acuerdo, tomaban el lonche o daban indicaciones.
Todos los días, ya fuera por la mañana o por la tarde, llegaban caravanas de carros o caminatas con muchos jóvenes, ya de playeras verdes, azules, rojas, amarillas, rosas, etcétera. Sin sana distancia, sin cubrebocas, con bocinas ruidosas, en el mundo sin covid. Algunas veces la avanzada tocaba la puerta para ver si querían recibir al candidato; al principio les decía que no, que siguieran su camino, pero era casi diario el espectáculo que le empecé a tomar gusto al asunto para retratarme con el que pasara haciendo proselitismo.
Una mañana llegó un carro con sonido muy moderado, me asomé, vi a un grupo de personas, no más de tres o cuatro y al fondo un hombre de sombrero, en solitario, viendo hacia la parte alta de la colonia. Salí para ver de quien se trataba, eran de MORENA; días antes le había preguntado a un amigo quiénes eran los candidatos a diputados de mi distrito y me hizo el favor de enviarme los enlaces de sus páginas de Facebook; así que cuando vi al hombre del sombrero supe que era Vital Román.
Lo saludé y le espeté dos o tres reclamos hacia su partido, me escuchó atentamente y me dijo “Si, si, la entiendo, tiene razón en lo que dice”, yo inconforme porque me estaba dando el avión le reviré “póngase el cubre boca, porque anda sin cubreboca”, rápidamente lo sacó de la bolsa del pantalón, se disculpó y me aclaró “ya estoy vacunado, pero sí, por respeto”. Nos tomamos la foto del recuerdo y nos despedimos.
Mis alumnos me dijeron al ver la foto en el Facebook que había sido su maestro de historia y geografía en la secundaria, “era genial y muy accesible” me dijo Alejandra Ponce, le decíamos “Vitalito”. Pocos días antes de la contienda vinieron tres jovencitos a pedirme permiso para colocar una manta en mi azotea, no traían equipo para instalarla, solo hilo y mucho ingenio. Los beneficios y apoyos por parte del gobierno estatal habían llegado a raudales a la colonia, diariamente se repartían tinacos, las despensas a manos llenas, el derrame de recursos era en ocasiones hasta grosero, abierto, normalizado.
Parecía que Vital Román había pasado desapercibido, en silencio, contrastando con el protagonismo de otros que ante cualquier cuestionamiento reviraban desesperados pidiendo el apoyo, justificándose, repitiendo discursos acartonados, tratando de convencerme que eran listos, puros y sin mancha, y no tenían ninguna corresponsabilidad de lo que sus partidos o figuras políticas anteriores a ellos hubieran hecho después de haber recibido el voto.
Gustavo Cárdenas mandaba una camioneta cada semana con una bocina donde su voz daba un discurso corto invitando a votar por él, nunca le vi la cara, no supe si vino en persona a recorrer la colonia, pero mi sobrino de 10 años me dijo un día al oír la grabación “ese señor habla muy mal”; me dio risa porque me acordé de mi amiga Mary Celia que contaba que al pasar la avanzada de un candidato que visitaba su colonia le preguntaron que si no quería decirle algo, a lo que ella contestó “Si le quiero decir algo, que le baje a su ruido porque estoy dando clase en línea”.
Vital Román ganó en mi colonia con seis votos de diferencia y casi con 5 000 en todo el Distrito a su más cercano contrincante, la gente lo recordó al votar y sin necesidad de tanta estridencia. Muchos podrían decir que fue el efecto MORENA que lo hizo ganar, pero habría que preguntarse ¿por qué entonces no ganó el candidato a diputado federal? Además el Profe, como muchos lo conocen, sacó más votos que Braña, el candidato por Victoria norte.
La única explicación de su triunfo para mí, es que sin duda, hizo una campaña diferente, discreta, personal, con humildad, alejada de los modelos y modales ya conocidos. Tal vez en otro momento, cuando los candidatos tenían que ser personas con dinero, Vital Román nunca hubiera logrado esta hazaña.
Su triunfo representa la posibilidad de hacer campañas diferentes, tener nuevas caras y formas de hacer las cosas, dejar de medir todo con la vara del pasado, donde todo está gastado y no siempre las formas fueron las correctas, las mejores, las más eficiente, las más honestas.
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