Oscar Díaz Salazar
Andar a salto de mata no es nuevo para Francisco García Cabeza de Vaca. Vivir escondido y huyendo es algo por lo que ya pasó el señor Francisco N. Lo hizo en el tiempo en que fue diputado local plurinominal, cuando recién había terminado el trienio en el que fue presidente municipal de Reynosa.
Aunque no he tenido oportunidad de cotejar en la historia del Congreso de Tamaulipas quien ha sido el legislador que más faltas acumuló en su legislatura, puedo asegurar que el desaforado Francisco N, es uno de los que más inasistencias tuvo, en el tiempo en que fue diputado al Congreso del Estado.
En aquella ocasión, Cabeza de Vaca también se hizo la víctima, al divulgar que sus frecuentes ausencias del trabajo legislativo, de las sesiones del pleno y del trabajo en comisiones, obedecían al propósito de evadir a la delincuencia organizada, ante un posible atentado a su vida, al que se veía expuesto por no haber cedido a su pretensiones ni haber establecido tratos con el crimen organizado.
Hoy nuevamente el señor Francisco N recurre a la evasión, a permanecer escondido, a la vida clandestina. Pero hoy nadie (o muy pocos) le creen que sea un perseguido político. El mensaje de las urnas del pasado 6 de junio, nos dice que los tamaulipecos creen la versión de que Cabeza de Vaca posee una fortuna no acorde con sus ingresos legales; que encabeza una banda de saqueadores de los recursos públicos; que es responsable de múltiples casos de impunidad, abusos policiacos, actos de corrupción y de omisiones, errores administrativos y de gestión.
Hoy sabemos que Francisco García Cabeza de Vaca es un prófugo de la justicia, al que acusan de diversos delitos. Y podemos afirmar que Francisco N es un ratero, un gobernador ratero, porque solo lo es por breves ocasiones (ratos), y en el otro sentido de la palabra, en lo que se refiere a adueñarse de riquezas ajenas, el acusado no ha querido salir a desmentir a las autoridades federales.
Esa capacidad de esconderse, cuál roedor en su madriguera, hasta en tanto pasa el peligro, la tiene el señor Francisco N. Sus actuales perseguidores deben saberlo, y también deben recordar que el último individuo que quiso «encerrar» a Cabeza de Vaca, terminó encerrado en un penal, en espera de ser extraditado a los Estados Unidos.
Así sucede con las plagas, si no las exterminas por completo, terminan fortaleciéndose, multiplicándose y siendo inmunes al veneno que fue mal suministrado o cuya dosis no fue suficiente para aniquilar al bicho.