Pasado y Presente
Pedro Alonso Pérez
Conocí a Valentín Campa en Ciudad Victoria, en la primavera de 1976. Yo era un joven inquieto que aún no cumplía 18 años, activista en el movimiento estudiantil y las luchas sociales, por lo cual, a finales de 1975 había ingresado al PCM. Este partido no tenía entonces registro electoral – se lo había retirado el gobierno de Miguel Alemán en 1946 – por tanto, actuaba desde la semiclandestinidad en esos años. Sin embargo, en diciembre de 1975, sin abandonar la idea de hacer una nueva revolución “democrática y socialista”, el PCM acordó en su XVII Congreso Nacional participar en el proceso electivo del siguiente año, con candidato propio a presidente de la República, aunque sin registro legal, para impulsar de esta forma la construcción de una verdadera democracia y salir a la luz pública, conquistando la legalidad. Valentín fue el elegido, recibió apoyo de otras organizaciones de izquierda y empezó a recorrer el país en intensa campaña electoral.
Cuando en abril de 1976 llegó a Tamaulipas como candidato presidencial, Campa ya era figura política reconocida por tirios y troyanos. Puesto que, desde su salida de Ciudad Victoria – a finales de 1928 – para asumir responsabilidades nacionales en la lucha obrera y sindical, Valentín había vivido grandes experiencias que difícilmente podrían narrarse aquí en tan poco espacio. Solo rememorar algunas.
En febrero de 1929 – el año del crack capitalista – participó en la fundación de la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM), organización que agrupaba sindicatos petroleros, mineros, campesinos, electricistas y ferrocarrileros, entre otros, así como la Federación Obrera de Tampico. En la asamblea nacional de unificación que creó la CSUM, se eligió su primer Comité Ejecutivo con Julio Antonio Mella (asesinado 15 días antes) como secretario general honorario, el pintor David Alfaro Siqueiros, secretario general y Valentín Campa, que representaba las organizaciones de Monterrey y Tamaulipas, fue nombrado secretario de organización. Pero al año siguiente, Siqueiros se dedicó de tiempo completo a su labor artística y Campa asumió la dirigencia nacional. En 1930, invitado por la Internacional Sindical Roja fue a Moscú, Leningrado y otras partes de la URSS que conocía por primera vez. A su regreso fue detenido por la policía política, y secuestrado varias semanas, reiniciando su largo periplo por distintas cárceles que había empezado en Ciudad Victoria. A lo largo de su vida Campa fue preso político en 12 ocasiones bajo los gobiernos de 10 presidentes diferentes.
Conocido en algunos segmentos del estudiantado por aquella trayectoria de lucha, especialmente por el movimiento ferrocarrilero de 1958-59 que lo llevó también a la prisión política – la más larga que sufrió -, y por el movimiento estudiantil de 1968 que, entre otras cosas reclamaba su libertad y la de Vallejo, Campa tuvo buena aceptación entre jóvenes y estudiantes en 1976. Además era el único candidato de oposición en campaña, aunque no tenía registro electoral. El PAN no había postulado representante, y José López Portillo abanderado del PRI era apoyado por los otros dos partidos del sistema político mexicano: el PARM y el PPS. Legalmente López Portillo era candidato único, síntoma preciso de la crisis política y falta de democracia en México, que Valentín y la izquierda denunciaban.
El 25 de abril de 1976 Campa encabezó un evento político en la plaza Juárez de Ciudad Victoria dando espaldas al Palacio de Gobierno. Desde dos meses atrás, las Brigadas Juveniles Comunistas recientemente organizadas, realizábamos diversas actividades de campaña, pintando bardas, pegando carteles, repartiendo volantes y “boteando” en el transporte urbano, creando así un ambiente muy propicio para aquel día señalado. Convocado intensamente y con la debida anticipación, el mitin fue todo un éxito. Me tocó ser el primer orador y dar la bienvenida al candidato, en nombre de estudiantes y jóvenes que lo apoyábamos. (Con aprecio conservo una foto, testimonio de aquel momento inolvidable entre mis recuerdos.) Luego habló un compañero del Movimiento de Organización Socialista (MOS), que por cierto, desde Michoacán con una brigada, había llegado un día antes a la ciudad sin conocerla, con tan mala suerte que fueron detenidos por la policía local y encerrados por estar haciendo una “pinta”; para su fortuna, por la tarde fue detenida también una de nuestras brigadas y se identificaron con ellos dentro de la cárcel, más tarde fuimos a rescatarlos a todos, previo pago de multas y presiones diversas a las autoridades policiacas. El tercer orador fue Gerardo Unzueta Lorenzana, tamaulipeco miembro del Comité Central del partido, y por último habló Campa, el orador principal como era de esperarse, dio un discurso claro, palabras directas, duras a veces, pero de estilo sincero y sin ambigüedades; me pareció un político diferente, un verdadero luchador social. Así lo conocí aquella tarde, compartiendo improvisada tarima.
Centenares de personas presentes escucharon por primera vez discursos que criticaban la antidemocracia y consignas de izquierda que compartieron coreándolas: “El pueblo-con Campa, aunque-le hagan trampa”. El Gráfico, un periódico local que había sufrido ataques en sus instalaciones y culpaba de ello al gobernador Enrique Cárdenas, publicó en portada el evento y contaba dos mil asistentes. Lo cierto es que fue la concentración más grande de toda la gira tamaulipeca del candidato izquierdista. Posterior al mitin, todavía hubo tiempo para reunir en un domicilio particular al “candidato de los obreros en lucha”, con trabajadores y sindicalistas que querían saludarlo y platicar con él, algunos que lo conocían desde 1926-1928, cuando vivió en Ciudad Victoria.
Un par de meses después se realizó en la ciudad de México el cierre de campaña de Valentín. Fue en la arena México, abarrotada por 20 mil asistentes. Los comités regionales del PCM en Tamaulipas organizaron el traslado de muchos militantes. Varios autobuses rentados salieron de distintos puntos de la entidad. Pude viajar desde Tampico para conocer por primera vez la capital del país y participar en aquel magno evento. Los discursos políticos se mezclaban con gritos y consignas combativas; el canto nuevo, la música de protesta y el folclor latinoamericano no faltaron – entonces la izquierda se identificaba por sus afanes culturales y afinidades musicales –, recuerdo cantar a “Antar y Margarita” una pareja de artistas comunistas, y las miles de gargantas repitiendo el pegajoso estribillo: “Con Valentín, con Valentín, con Valentín-hasta el fin-hasta el fin…” Sin duda estábamos contribuyendo a cambiar a México. Luego vino la elección en julio, votar por primera vez fue la experiencia de muchos; pero no era fácil hacerlo, en la boleta no venía ningún logotipo ni el nombre del candidato, había que escribir “Valentín Campa” abajo en una área reservada a candidato no registrado. Nunca supimos con certeza cuantos votos obtuvimos, pues la autoridad electoral – que entonces era el mismo gobierno – no los contabilizó. En 1978, Campa publicó Mi testimonio libro donde dice haber recibido al menos un millón y medio de sufragios. Ese año, el PCM obtuvo su registro legal con la Reforma Política, y en 1979 participó en las elecciones para diputados federales, logrando convertirse en tercera fuerza después del PRI y el PAN, con el 5.8 % de la votación nacional y una fracción parlamentaria de 18 diputados, Valentín entre ellos.
Seguí viendo esporádicamente a Campa. En las reuniones nacionales del PCM o de los partidos que le sucedieron en el proceso de unidad de las izquierdas. A veces solo lo saludaba, otras pude platicar o responderle acerca del partido en Tamaulipas, de cómo estaba Ciudad Victoria o de aquel evento de 1976 que también el recordaba. Al pasar el tiempo, la noche del 25 de noviembre de 1999, un grupo de amigos y compañeros que entonces militábamos en el PRD, celebrábamos en la ciudad de México una nostálgica reunión por el 80 aniversario del PCM – fundado en 1919-, y hasta el salón donde estábamos llegó la terrible noticia: “ falleció Valentín ”. Solo esperamos terminar nuestra reunión y dar el tiempo necesario para que el cuerpo estuviera en los funerales. Llegamos en grupo a despedir a Campa. La coincidencia de aquella reunión y su deceso nos permitió estar esa noche con Valentín, hasta el fin.
19 años después, el 27 de junio de 2018 en el estadio Azteca, durante su masivo cierre de campaña presidencial, AMLO mencionó a Valentín Campa como uno de los precursores de esta lucha. También lo recordó, junto a otros, en su toma de posesión; y en noviembre de 2019 Valentín fue declarado ejemplo de integridad, congruencia y firmes ideales sociales; y por decreto, sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres. Millones de personas comunes celebramos aquella decisión gubernamental de homenajear a Valentín Campa Salazar, quien murió a los 95 años de edad pero su ejemplo sigue viviendo.