Rutinas y quimeras
Clara García Saenz
Sin duda la primavera es la estación climática más plural del año; hay frío, calor extremo, aire, lluvia, truenos y relámpagos; donde los incendios forestales son el pan de cada día pero podemos disfrutar, si somos asiduos a leer el paisaje, la trasformación casi mágica de la vegetación tanto rural como urbana que transita invariablemente cada año del color café al verde intenso, siendo los árboles los protagonistas de este cambio, al reverdecer en cuestión de días.
En Tamaulipas el espectáculo es extraordinario, de Sur a Norte se puede apreciar el paisaje cromático en sus campos de cultivo y serranías que van del color café al verde, amarillo, blanco, violeta, rojo y naranja. En el noreste del estado, el verde de los campos alegra el paisaje, porque el sorgo empieza a brotar; así el color del horizonte todo impregnado de verde manifiesta la prosperidad que decora con árboles de retama, la mayoría silvestres, una especie endémica cuyas pequeñas flores amarillas invaden sus ramas, que a la distancia se ven como ramilletes que resaltan en las orillas de los campos de cultivo.
En el suroeste del estado se pueden apreciar las flores moradas de la jacaranda, hacia la región de los Morelos, árboles de flor de mayo, en el Mante el palo de rosa. Pero la joya de la corona se la lleva Ciudad Victoria, que en mayo se viste de rojo, algunos dicen que es naranja, otros “naranrojo”. Porque es ahora, en mayo, cuando los framboyanes de la ciudad florecen y este año lo han hecho muy soberbiamente. Mi amiga Katy dice que el color depende “de dónde esté yo, dónde este el árbol y dónde nos dé el sol, al árbol y a mí”.
A nivel mundial el framboyán o flamboyán (ambos nombres son correctos) se le considera uno de los árboles más hermosos de la Tierra, de origen africano, prolifera fácilmente en las zonas tropicales y puede resistir temperaturas extremas. En Ciudad Victoria se ha hecho endémico y adorna el paisaje urbano de una forma esplendida, única e irrepetible.
Pregunté en el grupo de Facebook de “Ciudad Victoria histórico” ¿de qué color era la flor del framboyán? para saber que tanto la gente valora este patrimonio natural, si lo percibe y cómo lo percibe. El resultado fue sorprendente, hasta el cierre de esta columna había 110 comentarios a dos horas de haberse publicado la pregunta; además, muchos acompañaron su respuesta con una foto de su framboyán más cercano, indicando su ubicación en la ciudad.
No hubo consenso con el color, las opiniones se dividieron entre naranja y rojo, siendo de las expresiones más poéticas la de Carlos López Arriaga: “Color FLAMA, mezcla de rojo y naranja. Flama intensa, desde luego, flama boyante”; la de Alejandro Rosales Lugo: “Naranja rosado y rojizo, aleación de su piel en racimos de sol de la mañana”.
La policromía en el paisaje tamaulipeco es sorprendente, un agasajo a la vista en primavera, un patrimonio natural invaluable, una belleza gratuita a nuestros ojos que es imposible ignorar.
E-mail: [email protected]