El instinto gregario ha llevado a la humanidad a consolidar sociedades que, con el tiempo, se han perfeccionado y sofisticado en la misma medida de su evolución. Al principio de los tiempos, la necesidad de conseguir alimento y protegerse de las inclemencias de su hábitat, fueron el principal móvil para permanecer unidos en torno a los miembros más fuertes y, por ende, más poderosos. Con la evolución de la inteligencia se fortalecieron las sociedades, los grupos hegemónicos, plantearon estrategias de dominio acordes con su tiempo, para gobernar. La ignorancia y apatía, producto de la dependencia, fortalecieron el poder de los grupos dominantes, la cómoda postura de las mayorías dominadas, insensiblemente, castraron su instinto de libertad, de libre albedrío, salvo raras excepciones, que han sido los motores de los grandes cambios políticos y sociales en el mundo. Esta postura, prevaleció hasta la Edad Media, donde el oscurantismo provocado por el fanatismo religioso, generó una estrecha y ventajosa alianza entre La Iglesia y los Señores Feudales, logrando un sometimiento total de los grupos vulnerables, a quienes les “ofrecían” protección dentro de sus murallas, a cambio de fidelidad total.
Con la aparición de los burgos que se proliferaron y fortalecieron durante las Guerras Cruzadas, empezó a surgir una sociedad más libre e igualitaria, imponiéndose el racionalismo, que se fundamentó en el pensamiento aristotélico, empieza el Renacimiento que fue llamado El Siglo de las Luces, por la evolución cultural y científica surgida de esta forma de pensamiento, la conciencia de la humanidad despierta, vence tabúes impuestos por el dogmatismo político y religioso, por lo tanto, se torna más complicado para los grupos de poder controlar a los habitantes de una nación, pero redescubren un lado débil de los grupos vulnerables: su ignorancia, los mantiene temerosos, apáticos y sumisos, por lo tanto, para controlarlos, se vuelve indispensable mantenerlos en este estatus, razón por la cual, la educación de las grandes masas de población era nula, solo quienes tenían poder económico, eran capaces de “educarse”, ¡gran descubrimiento! Este sistema ha prevalecido a través de los años.
En América Latina, mientras tanto, el poderío español era evidente; cuando el Emperador Fernando IV se debilita en España y es hecho prisionero por Napoleón III, los criollos, deciden emanciparse, la única manera para lograrlo era involucrar a las masas como “carne de cañón” y así lograron independizarse, pero la libertad de los indígenas, no era un asunto prioritario, por lo que el grueso de la población siguió vulnerable y oprimido, a pesar de la independencia de las colonias españolas en América, solo cambiaron de rienda. Siguió la hegemonía de los poderosos, los líderes liberales auténticos, eran acallados o engañados, como el caso de Vicente Guerrero que cayó en las redes del engaño de Agustín de Iturbide.
Así continuó dando tumbos la historia, entre asesinatos y traiciones por el poder, hasta llegar a la Época Juarista; El Benemérito, fue un “garbanzo de a libra” que pudo llegar al poder y realizó auténticos cambios para proteger al desvalido, razón por la cual, sufrió traiciones. Su muerte queda en entredicho, hay quiénes aseguran que fue envenenado. A pesar de los esfuerzos juaristas, por sanear al país, Porfirio Díaz, en el Plan de La Noria, tramaba arrebatarle el poder, no fue necesario ejecutar tal plan, porque Juárez murió antes.
El mismo Benemérito, en su afán por permanecer en el poder, no incluyó dentro de sus Leyes de Reforma, la no reelección, coyuntura que aprovechó Porfirio Díaz, para permanecer como presidente por más de treinta años. La luna de miel entre pueblo y gobierno durante el porfiriato, terminó con la castración de los derechos de las mayorías, aunque es necesario reconocer que la macro economía mexicana tuvo su auge, pero a muy alto costo: el sacrificio de las clases obrera y campesina.
La Revolución Mexicana, vuelve los ojos por fin al pueblo, legisla protegiendo sus derechos y establece la no reelección y el sufragio efectivo, se improvisan educadores para alfabetizar, pero en aras de hacer llegar a más gente este beneficio, sacrifican calidad.
Con el triunfo del movimiento revolucionario, a La Real y Pontificia Universidad, se le da un carácter popular a iniciativa de Justo Sierra, convirtiéndose en la UNM, hoy UNAM, dando cobertura a mayor población. En 1921, se crea la SEP, por iniciativa de José Vasconcelos, convirtiéndose en el primer Secretario de Educación. La educación extiende sus brazos para llegar a todos los confines de un país, golpeado por un movimiento armado, el principal objetivo, era alfabetizar, dándole a las mayorías lo más elemental: leer, escribir, y principios mínimos de aritmética.
Paralela a la consolidación de los gobiernos liberales, la Educación, se populariza y con el aumento de la población y las distintas corrientes políticas dentro del liberalismo, el sistema educativo oficial, ofrece una educación que pretende mayor cobertura, pero de una calidad cuestionable, además de los vaivenes impuestos por las distintas tendencias políticas de los gobernantes en turno. El resultado, de este proceso, es una sociedad dependiente de una educación deficiente y atrapado en los beneficios de una seguridad social que le da comodidad y estabilidad, careciendo de un nivel académico de calidad, ¿resultado? Los grupos sociales mayoritarios, no han cambiado mucho y los regímenes gubernamentales han aprendido que, con seguridad social y bajo nivel de educación, encaminada a preparar gente para la maquila, lograrán tener control de las mayorías, el más claro ejemplo de ello, lo estamos viviendo en nuestros días, de ahí la frase “cada pueblo, tiene el gobierno que merece”
La única manera de salir del subdesarrollo cultural, económico político y social, es a través de la culturización, sensibilización y una educación escolarizada de mayor calidad. Mientras El Estado, ofrezca una educación tecnocrática y de una regular calidad, las mayorías están atrapadas. El voto ciudadano, está sujeto a juicios “a priori”, porque no hay un análisis concienzudo antes de emitir un sufragio a la hora de las elecciones. El estrato social más golpeado es la clase media, que, a pesar de ser un fuerte pilar que sustenta a la nación, carece de peso político por no ser mayoría. ¿Cómo salir de este círculo vicioso? Requerimos gobiernos comprometidos con el crecimiento efectivo de México como nación.