Cualquier momento, es tiempo para planear el futuro, reflexionar sobre lo que se ha hecho y establecer estrategias de acción para llegar a donde se desea a través del esfuerzo propio y la dedicación. Casi siempre estos momentos de reflexión se ligan a un hecho trascendente de la vida; inicio de año, aniversario de bodas, cumpleaños, etc. Un ser humano vale, por su firmeza de ideales y la capacidad de planear su futuro, así como la voluntad de caminar sin desviarse por una ruta trazada hasta el logro de sus objetivos. Durante muchos años hemos escuchado en todos los estratos sociales, expresiones que son típicas en las conversaciones coloquiales: “casi, casi” el atleta casi casi gana, pero… se aducen mil condicionantes para justificar el no ganar, igual ocurre en un partido de futbol casi casi lo logran, llevaban la delantera, pero al final, se amilanaron, se confiaron o se asustaron y no lo lograron. ¿Por qué ocurre eso? mala preparación, complejos de inferioridad, temor al triunfo, falta de consistencia, falta de coraje para llegar. También es una frase endémica en México la de “ahí se va” que revela improvisación y falta de planeación en las actividades realizadas. Cuántas veces después de una decisión rematamos con las características palabras “las cosas están hechas, a ver qué sale” esto revela una incertidumbre total sobre los resultados de las acciones realizadas producto de caminar a la deriva sin un plan definido o metas precisas por alcanzar.
Estas actitudes arrojan como consecuencia, frustraciones, caminos andados y desandados que son pérdida de tiempo, fracasos profesionales, afectivos y económicos por caminar “a la buena de Dios” sin un plan definido. ¿Cuántas veces tenemos problemas y por la noche, antes de dormir, pensamos que a lo mejor se soluciona todo mágicamente al día siguiente? ¿Por qué no entendemos que la vida no es así? ¡Por qué no comprendemos que la “suerte” ¡no existe! hay leyes de acción y reacción, de causa y efecto, ¡Nadie puede escapar a ellas! La vida debe ser un camino dirigido hacia un propósito, y conservar el rumbo a pesar de las tormentas y vendavales que la sacudan. Desde temprana edad, hay que aprender a plantearse objetivos acordes con la edad y con una dirección adecuada, para así puedan lograr metas por medio del esfuerzo propio y no en forma mágica. El verdadero premio de un reto vencido, será la satisfacción de cumplir una tarea y alcanzar exitosamente una meta por medio de la planeación y constancia.
Uno de los mayores enemigos que obstaculizan el progreso, es el pensamiento negativo ante un intento infructuoso; “ya no es tiempo” “ya para qué” y más pretextos para justificar el hecho de desistir en su empeño, denotando falta de voluntad para lograr un objetivo. Quien tiene metas definidas, siempre verá la posibilidad de llegar, los obstáculos son barreras para ser vencidas, nunca para detener la marcha. Otra forma de justificar la debilidad del empeño, es considerar que “ya se pasó mi tiempo”, el pensamiento adecuado es pensar que mientras haya vida y conciencia, cualquier momento es el correcto para luchar por lo que queremos, solo Dios sabe cuándo concluye nuestra jornada, mientras tanto, debemos ser responsables de nuestros actos; hay quienes a los 50 años se consideran “viejos” y dejan de luchar, se pasan el resto de su vida esperando el final, mientras tanto, dejan de producir, de planear, de tener ilusiones, ¡dejan virtualmente de vivir! Porque un individuo sin aspiraciones, sin objetivos en la vida y sin retos no vive de verdad. Cada individuo debe tomar en sus manos las riendas de su destino y hacer bien las cosas. La expresión “ahí se va, es símbolo de mediocridad”, si las cosas no se planean, es seguro que no salen bien y estarán fuera de control dejando el futuro a la deriva. No es posible dilapidar tiempo y dinero, imaginando que “en el camino” surgirá alguna forma de solucionar los problemas, no existen fórmulas mágicas, si se adquiere una deuda superior a las posibilidades financieras de cubrirla, crecerán los intereses ¡eso es seguro! Y a nadie se puede culpar de las decisiones tomadas sin considerar los ingresos.
Cuando se recibe una partida adicional al salario de una persona (aguinaldo, bono, compensación, etc.) es momento de sentarse con una pluma y una calculadora para distribuir sabiamente este beneficio que es parte del sueldo, debe pensarse primero, en pagar deudas, antes de contraer nuevos compromisos. Es muy común en nuestro país, que antes de recibir una bonificación o aguinaldo, el trabajador, ya lo tiene comprometido con deudas adquiridas previamente, y contraen nuevas deudas al saldar las anteriores.
Es necesario planear a futuro para ser directores del propio destino y plantearse metas realistas al alcance del esfuerzo propio, para caminar por la vida con un programa establecido, encaminado al progreso.
Es dueño de su destino quien tiene la capacidad de ubicarse en su realidad, planear en base a sus ingresos y capacidades, seguir un programa de vida y sentirse capaz de alcanzar metas más altas cada día.