La evolución de la especie humana y el acceso cada vez más expedito a las fuentes de información general, proporcionan a la humanidad una panorámica más amplia de sí mismos y su trascendente papel en el desarrollo del planeta. Las comunicaciones en la actualidad, dimensionan al ser humano como parte de un contexto universal y no de comunidades pequeñas y aisladas. El visionario escritor mexicano y Premio Novel de la Literatura, Octavio Paz, mencionaba la necesidad de considerarse como ciudadanos del mundo y no únicamente de una sociedad pequeña, para lograr construir un mejor lugar para vivir, ya que, cada acción humana, repercute en todos los confines del planeta como reacción en cadena, porque cada una de nuestras acciones en forma individual o colectiva impacta a todos. Se torna indispensable entender este concepto a la hora de actuar a lo largo de nuestra vida.
La culturización masiva, surgida de la proliferación del conocimiento a través de vías electrónicas, televisivas, material impreso, etc., y la apertura de pensamiento gracias al racionalismo, permiten a la humanidad de hoy, reducir los tabúes ideológicos, políticos y teológicos, concediéndole una mayor oportunidad de crecimiento y, al mismo tiempo, debiera impactar en la conciencia de cada individuo a la hora de actuar en los diferentes ámbitos de la vida.
En los primeros tiempos de la civilización, el comportamiento humano se veía limitado por la falta de conocimientos y los tabúes impuestos por la religión y los gobiernos totalitarios. A mediados del siglo pasado, el mundo se abrió a la libertad sexual y una mayor participación de la mujer en el mundo de la política y el mercado laboral, tal apertura, sociológicamente hablando, generó un cambio radical en la mentalidad de los grupos y la organización de las familias, de tal manera, que, los hijos permanecen más tiempo sin sus padres, generando familias disfuncionales, en las que observan malas conductas y vicios recurrentes en los menores. Unida esta circunstancia a un manejo inadecuado de las “libertades” existentes, generan vicios sociales y morales al hacer uso inadecuado de su libre albedrío.
Les comparto una información recabada de Oxford handboock, Segunda edición. Dirigido por Robert Kane. Oxford University Press, Oxford, 2011.
Por libre albedrío se entiende la capacidad de optar entre distintas alternativas que se nos ofrecen o crear otras nuevas. Nadie ni ninguna ley de la naturaleza puede torcer en principio nuestra voluntad. Nos consideramos capacitados para tomar decisiones. Por ello, va estrechamente vinculado al concepto de responsabilidad (moral, civil, penal, etcétera).
Hay una explicación diagnóstica (descriptiva) del libre albedrío y una descripción prescriptiva del mismo. La primera pormenoriza los tipos de compromisos mantenidos a propósito del libre albedrío; la segunda es una propuesta para los compromisos que debieran mantenerse. Se parte, en cualquier caso, del supuesto de que la mente y la voluntad controlan algunas acciones del cuerpo.
El libre albedrío es considerado por muchos pensadores como un concepto subjetivo, relativo, porque está sujeto a muchas condicionantes. El hecho de vivir en sociedad, subordina a los individuos a una serie de lineamientos que van desde su micro universo (la familia y sus principios éticos políticos y teológicos) hasta el macro universo, (su integración a un contexto universal como seres pensantes) .
«El hombre es un ser social por naturaleza» es una frase del filósofo Aristóteles (384-322, a. de C.) para constatar que nacemos con la característica social y la vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, ya que necesitamos de los otros para sobrevivir.
Considerando la naturaleza gregaria del ser humano y la necesidad de sujeción a las normas establecidas por la comunidad en la que se desarrolla para ser aceptado, el libre albedrío es un concepto totalmente subjetivo, la libertad total no existe, puesto que vivir en grupo, obliga a respetar normas y el límite de la libertad individual es el roce con la libertad de los demás miembros del grupo.
Por otra parte, esta facultad humana, habrá de dimensionarse desde la perspectiva de cada sujeto. El ser humano nace vulnerable, con el tiempo y su evolución va aprendiendo a ejercer su voluntad dentro de los lineamientos de su grupo. Al llegar a la adultez, donde se supone debe tener un criterio formado en los distintos aspectos, ejercerá su libre albedrío con responsabilidad y profundo respeto a sus semejantes, al medio ambiente y los demás seres vivos que forman parte de un todo. El mayor de los problemas que enfrenta el mundo actual, es la irresponsabilidad, en un gesto de soberbia, la humanidad se considera “dueña del entorno y con derecho a hacer y deshacer sin conciencia, perdiendo de vista que las acciones nocivas hacia el medio ambiente, se revierten en su contra. Existe una fuerte confusión entre la libertad y el libertinaje, tanto respecto al medio ambiente como de sus semejantes.
Todos somos piezas insustituibles de un sutil entramado. Debemos ejercer nuestro libre albedrío con responsabilidad, conocimiento de las consecuencias de nuestros actos y profundo respeto a nosotros mismos, a nuestros semejantes y al entorno maravilloso del que formamos parte.