Imagen:Luis Vicente Ballinas.
En 37 cuentos cortos, Marisa Avilés Arreola (Ciudad Victoria, 1963) refleja su visión del mundo, escribe e impacta con una fuerte dosis de crítica social: a las diferencias sociales, la discriminación, al clasismo, a la desigualdad económica.
«Lascas, relatos y ficciones» se integra en dos partes: 30, que tienen que ver con sus vivencias personales, donde cuestiona y disfruta la ambivalencia de la vida: dos valores distintos o interpretaciones, donde invariablemente nos invita a reflexionar acerca de la educación religiosa, sus estrictas reglas y dogmas.Avilés Arreola nos lleva de la mano y nos retrata la capital de Tamaulipas de la segunda parte del Siglo XX a través de sus rituales, juegos, miedos, dudas y costumbres.
En esa primera etapa donde forjó su carácter, refleja la rebeldía e independencia que le caracteriza, como cuando nos narra el “viaje de estudios” a los nueve años donde comenzó a decidir, y “ejerció su derecho más allá de aprobaciones, conveniencias y modas”.
Cuestiona a la autoridad y a la sociedad, cuando escribe en “Imitando las virtudes”: “comprendí que la autoridad es el mayor argumento; y que los sometidos, no nos solidarizamos para defender nuestras causas, por puritito miedo”…y a veces me parece que los años han pasado en vano…que seguimos con miedo y a alzar la voz.
Aunque muchos años después le han llamado la pigmentocracia, desde antes, la escritora victorense la denuncia en su paso por la escuela primaria privada cuando refiere que ahí había blancas, trigueñas, morenas y oscuras, año tras año se elegía a las güeras, blancas y de pelo rubio para representar a las vírgenes, reinas y embajadoras.
Cuando leemos el relato Papel de baño me resultó inevitable recordar a Jacinto Benavente, cuando señala que la ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe…y sin embargo en ese texto encuentro ese humor norestense que tiene la capacidad, primero, de reírnos de nosotros mismos, sin poses ni quedabienes.
LAS FICCIONES
La segunda parte de Lascas, nos lleva a 7 textos llamadas ficciones; en esta parte hago algunas consideraciones y uniones, por ejemplo en Lágrimas de familia y Solomía, a las que los une un realismo mágico, y donde Marisa nos muestra lo irreal o extraño como algo cotidiano y común.
En Lágrimas de familia nos lleva a los llantos embotellados, el negocio de recoger lágrimas, con templo del Llorar con una mujer dirigiendo, yerbera, medio bruja pero bien rete abusada.
Por cada medio litro de lágrimas, hay un año de pecados perdonado para el abuelo de los abuelos.
En Solomía, la santa del amor, la autora nos presenta algunos hechos muy apegados a la realidad pero con una connotación fantástica.
Con un ¡Gloria a Dios! De la narradora, nos dice que Solomía era tan tan creyente que hizo de su vida una vocación de amor, que a los 13 años fue el Niño Fidencio, quien bendiciéndola, a través de sus manos, hizo de ella la luz de la Hacienda donde vivía.
Y dado que era huérfana de padre y madre, el señor obispo, esos santos hombres que todo lo saben (el subrayado es mío)… le prohibió contraer nupcias y ser de un solo hombre porque Solomía era “bien y patrimonio de la humanidad”.
NEOLIBERALISMO
Una mirada profunda y crítica la encontramos en Hombre de Carbón y Camilo:
En el primero, es una denuncia social al neoliberalismo y las terribles condiciones laborales de los mineros en Coahuila, la forma en que pasa su vida, en penumbras y enterrados en vida.
En Camilo, la escritora nos hace recordar a Erich Fromm, quien nos dice que el hombre sólo puede ser él mismo cuando es capaz de expresar sus potencialidades innatas, pero esto difícilmente llegue a ocurrir cuando su objetivo es poseer la mayor cantidad de cosas, si sólo se empeña en obtener posesiones concluirá convirtiéndose en un objeto más.
Nos ilustra la forma en cómo un ser humano se acerca casi de manera perfecta a los números, objetivos, gastos, costos, montos e inversiones, pero deja pasar su vida, sin vivirla, menos contarla.
DEL AMOR
Del amor y otros menesteres los ubico con: Hambre nocturna
Al hombre que se fue, a la prueba superada, finalmente, pero sobre todo al tiempo que se gozó.
Me parece que en eso radica “Lascas, relatos y ficciones”: fuera de juicios, percibe emociones y hechos, y luego les dá forma en su escritura.
En El prieto de Luciano
Nos habla de nuevo, de esas contradicciones y ambivalencias, con el título: El prieto Luciano, oscuro, por lo primero y nace de la luz, es luminoso, lo segundo.
Viaja en transporte público, con un violín, y vuelve de tocarle a su mujer, de cantarle la inmortalidad del recuerdo en el cariño.
Y la séptima, Viviendo contigo en mi cuerpo
Es un canto a la vida, al reconocimiento de lo que se quiere, como se quiere y en donde se quiere…con un acucioso conocimiento de la anatomía, que los hará gozar y reir a cada párrafo.
Y creo que ahí, en ese encontramos la esencia de Marisa Avilés Arreola.
*Texto leído el 24 de octubre en el Festival Internacional de Otoño de Matamoros, Tamaulipas, en el Instituto Tecnológico de Matamoros.