Generalmente, la palabra cívica se emplea como un adjetivo que determina todas aquellas actividades en las que participan los ciudadanos, como integrantes de una sociedad, y cuya actitud demuestra un grado de madurez, manejo de información y respeto por todos aquellos asuntos que deben cumplir los ciudadanos e integrantes de una sociedad. Otra acepción sería: conjunto de características culturales propias de un pueblo determinado. La humanidad por instinto, tiende a agruparse en busca de fortaleza para enfrentar al medio ambiente que lo rodea. Esta característica primaria, con la evolución de la especie, se ha ido modificando, al grado de volverse unos contra otros impulsados por el deseo de poder y de dominio sobre sus semejantes, de tal forma que han surgido una serie de contiendas armadas fratricidas lesionando fuertemente a algunos grupos. Si retrocedemos en el tiempo a las primeras contiendas bélicas, encontramos que los hombres luchaban por un ideal religioso, patriótico o territorial y los hombres no dudaban en abandonar sus hogares o perder la vida por una causa que consideraran justa. Sin ir más lejos, recordemos a aquel puñado de cadetes del Heroico Colegio Militar, que ante la posibilidad de ver mancillada la Enseña Nacional por un ejército extranjero, fueron capaces de ofrendar sus vidas en aras de un ideal. Es también una muestra de valor cívico la que ofreció la ciudadanía cuando Lázaro Cárdenas decretó la Expropiación Petrolera; se hicieron filas interminables de ciudadanos comunes que deseaban donar joyas, oro o su dinero, para apoyar a su gobierno en la toma de una decisión que favorecía a economía nacional, de igual forma durante la Revolución Mexicana, centenares de hombres de todas las edades empuñaron sus armas en defensa de la libertad de la patria. Sin embargo, insensiblemente, la civilización moderna, ha perdido mucho de esa conciencia cívica que fue motivo de tantos actos heroicos como el del Pípila, en la Toma de la Alhóndiga de Granaditas, Narciso Mendoza en el Sitio de Culta, el desplante de valor de Guillermo Prieto ante la agresión a Juárez y muchas más que quedan perdidas en el anonimato.
En la actualidad, las muestras de civismo se deben manifestar en el profundo respeto que debemos a nuestras raíces cuando rendimos honores a los símbolos patrios , comportarnos en la vía pública con respeto y orden, obedecer los lineamientos que permiten guardar la buena marcha de la comunidad en que nos desenvolvemos, conservar y respetar las áreas recreativas y públicas por el bien de la comunidad y saber ser solidario con nuestros semejantes en desgracia o en apuros. Pero ¿qué es lo que hacemos como ciudadanos ante estas situaciones? Si van en automóvil por las calles, tiran basura impunemente sin que nadie haga algo. Si a una persona se le cae por la calle un billete u otro objeto de valor, en lugar de entregárselo, se lo quedan, aunque hayan visto de quién es. Ante una reyerta callejera, en lugar de reportarla, los transeúntes se quedan a presenciarla y tal vez inciten a los contendientes a continuar, hasta toman videos. Las sociedades modernas, están cada vez más deshumanizadas; pasan de largo ante una tragedia, si no les afecta, ¡no hacen nada! Poco a poco se ha ido perdiendo la solidaridad a pesar de poseer el mayor intelecto en la escala zoológica del planeta, e irónicamente, el canibalismo social, provoca que en lugar de ser solidario, el ser humano se torna indiferente ante la desgracia y las necesidades de sus semejantes. Ni siquiera cuando un problema de orden público que atañe a toda la ciudadanía, los miembros de la comunidad son capaces de unirse y hacer causa común en defensa de sus derechos, ¿qué pasaría si dejáramos por un día de comprar todos un producto que encarecieran injustamente?, ¿por qué la apatía invade a la población actual? En algunos países europeos y en EEUU existen redes ciudadanas que abogan por realizar movimientos de este tipo a favor de la comunidad y ¡FUNCIONAN!
Es tiempo de reconsiderar la actitud que cada uno de nosotros guardamos ante la comunidad a la que pertenecemos; ¡nada nos cuesta no tirar basura en la vía pública! Llevemos en los automóviles una simple bolsa de plástico para desperdicios y tirarla al llegar a nuestro destino, es fácil pedir el paso con una sonrisa en vez de intentar ganarle a otro vehículo. ¡una sonrisa, obra milagros! ¡pruébenlo! Es fácil tender la mano a quien lo necesita; alguna vez seremos nosotros los que lo necesitaremos. Debemos intentar el cambio; ¡el ejemplo cunde! La Patria no demanda nuestra sangre, requiere del esfuerzo de cada habitante, y construir un mundo mejor para las generaciones en formación, la guerra es contra las injusticias, la incultura, nuestra mayor arma es alzar la voz racional fuerte y clara para lograr que el pueblo sea escuchado.
Hagamos conciencia que, en una sociedad globalizada como la nuestra, somos parte activa de la construcción de nuestro mundo y las acciones positivas o negativas, tienen un efecto en cadena. Respetemos para ser respetados, tengamos conciencia que somos parte de un todo y actuemos con conciencia cívica por el bien de la especie humana. Amemos y respetemos nuestras raíces. Un pueblo sin historia y sin orgullo de ser, está condenado a la mediocridad.