CRONOS
A principios de los años cuarenta del siglo pasado, un colaborador de Revista de Revistas, describió la capital tamaulipeca como una ciudad: «…chaparra, si así nos complace llamarla. Pero con sus gentes nativas de carácter comunicativo y campechano…tierra de trovadores nocturnos y de mujeres de mirar fogoso y provocativo.» En aquel entonces, el censo de población de la capital tamaulipeca arrojó 30 mil habitantes. En general su traza urbana era funcional. Tenía estadios de fútbol y beisbol, teatro monumental, cines, calles pavimentadas, kiosco, casino, hotel de lujo y dos albercas.
Sólo hacía falta una cancha de tenis, donde practicara un reducido grupo de victorenses. Se puede afirmar que inicialmente, fue un deporte de baja popularidad, casi exclusivo de mujeres. Los hombres preferían jugar beisbol o practicar atletismo, argumentando que el deporte blanco era simple, exquisito y delicado. Además de impropio o ajeno a su carácter, masculinidad y forma de entretenimiento.
En medio de todo esto, se habilitaron dos canchas públicas delimitadas por malla de alambre en un predio de la calle 17 Carrera Torres, donde actualmente opera el patinadero. En julio de 1954 para estrenar el tercer «campo del estadio», se programó un torneo de dobles, singles y un «Juego de Estrellas» entre Ignacio Saldaña y Hernani Aznar, para entonces los tenistas de mayor experiencia local. Después se sumarían al grupo de las «canchas del estadio» Antonio Pedraza, Chelino Andaverde y Merced Alvarado.
A partir de ese momento se despertó el interés por el juego de raqueta, aumentando considerablemente el gremio tenístico de la localidad. Bajo estas circunstancias, en 1950 se construyeron dos canchas de arcilla roja en un terreno del 18 Hidalgo y Juárez, propiedad de Carmelita Pérez donde se fundó el Club de Tenis Victoria. Entre los integrantes y promotores en diferentes épocas figuraron: Felipe Núñez, Armando Robes, Tomás Arriaga, Arrigo Aznar, Esther L. de Aznar, José Rábago, María Emilia Cárdenas, Carmelita Núñez, Manuela Morales, Julia Haces de Filizola, Tello Gómez, Hernani Aznar, Enrique Casas, Aniceto Villanueva, Alfonso Sada, Gallardo, Pedro Etienne, Conrado de la Garza y el «Campeón» Ignacio Saldaña. En su momento el club reunió más de 35 socios.
Bajo el lema Mente Santa en Cuerpo Sano, varias damas victorenses abrazaron con verdadero entusiasmo la práctica del tenis. En esos años surgió el Club Femenil de Tenis Olimpia, acaudillado por Lupita Balandrano, Hilda García, Gloria Anaya y Anita Balandrano. De acuerdo al periódico El Heraldo, a partir de 1953 se enfrentaron varias ocasiones al Club Victoria. Ambos equipos aguerridos y talentosos: «Tenemos por ejemplo la elegante facilidad con que juega la señorita Ma. Emilia Cárdenas, el juego agresivo y fibra que pone en sus lances la señorita Manuelita Morales, la seguridad y codicia en su juego de la señora Esther L. de Aznar, tanto como los relampagueantes remates de la señora Carmelita Pérez…Por otro lado hemos visto que las jugadoras del Olimpia, no son ningún hueso fácil de roer.»
A partir de entonces, los tenistas victorenses sostuvieron una estrecha relación deportiva con sus homólogos de Tampico y Mante. En esta urbe cañera donde el líder Che Ramírez gozaba de notable influencia, existían dos canchas en las áreas recreativas del Ingenio Azucarero, administradas por el ingeniero Juan Garnier. En 1954, se realizó en esa ciudad un torneo con asistencia de clubes de Tampico, San Luis Potosí y Victoria. Por lo general, en la mayoría de competencias de aquella época, participaron la mayoría de los tenistas mencionados.
Definitivamente las canchas del 18, Estadio, Tamatán y Morelos, se convirtieron en punta de flecha del tenis en Ciudad Victoria. A partir de ese momento la afición y práctica del deporte blanco, aumentaron considerablemente hasta lograr representación en todos los estratos sociales. En cuanto al centro tenístico del 18 Hidalgo y Juárez, en 1990 después de cuarenta años, cerró sus puertas durante la presidencia de Jesús Cárdenas Martínez. Para entonces las canchas del 17 Carrera, fueron reubicadas en el 18 Mina, primero de arcilla y después de concreto, recientemente reconstruidas.